jueves, 26 de diciembre de 2013

Feliz Navidad

Que no, que no me hacen falta más motivos. No pasa un segundo sin que se me venga a la mente la imagen de su cuerpo sobre el mío. El roce de los muslos, sus fuertes brazos me rodeaban...

Hace ya dos días que fue nochebuena. La noche que debiera ser la más familiar del año para mí empezó siendo un infierno. No sé qué sentís vosotros cuando empieza la navidad, pero yo todos los años me siento cargado de positivismo, las calles huelen diferente, la ropa parece sentarme mejor, se van las ganas de discutir y todo parece... más humano.
Pero este año algo falla, o mejor dicho, fallaba.
Era la 1 de la madrugada y salí casi arrastrado por mis amigos, los bares estaban llenos de gente y las copas que me iba tomando no hacían otra cosa que aumentar mis ganas de irme a casa... Pero la fuerte lluvia me retuvo en el bar un par de horas más...

Bendita lluvia...

Salí a echarme un cigarro debajo de un balcón que resguardaba lo justo. Hacía frío y en mi mente solo me insultaba una y otra vez por no haberme llevado un paraguas.

-¿Tienes fuego?

Y allí estaba. Tan pegado a mí. Sentía la respiración que me chocaba contra la cara y el olor de su colonia se volvió más poderoso que aquel fuerte olor a lluvia.

Después vino el beso... Un beso en la mejilla.. ¿Por dar fuego? Sospechoso cuanto menos, pero me encantaba.

Entramos al bar y de repente sentí unas ganas tremendas de bailar, de acercarme a ese chico, de  volver a oler esa colonia...
Una, dos, tres canciones... y mil más hubiese bailado con él si no me hubiese agarrado del brazo para salir de aquel bar.
Corrimos bajo la lluvia, de vez en cuando se volvía para cogerme de la corbata y acercarme a él. Parados bajo la lluvia nos mirábamos fijamente, rozando nuestras narices sin pronunciar palabra.

Subimos a la parte de atrás de su coche. Se abrió de piernas y se sentó encima de mí.

De nuevo aquel aroma...

Sentía su pecho mojado rebotando contra el mío, sus ásperas manos acariciaban mi cara y sus labios me pedían a gritos que los besara.

Me cogió de las muñecas y las apoyó contra el asiento sin dejarme hacer ningún movimiento. Su cuerpo era fuerte y rudo, pero sus besos dulces, tan dulces que deseé probarlo más.
Comencé a morderle el cuello mientras aprovechaba para quitarme la ropa. Sus manos ahora estaban en mi paquete, y a cada roce suyo apretaba un poco más con los dientes...

Volvió a sentarse encima de mí, el roce de los cuerpos desnudos, los besos, las caricias... Necesitaba sentirlo dentro de mí.

Lo aparté con un movimiento brusco y me puse de espaldas a él, agarrando fuerte el asiento y ofreciéndole mi cuerpo.
Sentí sus caricias... Cogía mis huevos mientras me daba pequeños besos en el culo...

Vamos...

Suavemente sentí que me iba haciendo parte de él. Con cada movimiento gemía con más y más fuerza... Entonces noté como su mano me tapaba la boca para hacer el mínimo ruido, mientras sus embestidas movían todo mi cuerpo.
Quitó su mano de mi boca para deslizarla por mi pecho, mi barriga... Y comenzó a tocarme suave, acorde con cada uno de los movimientos de su cadera...

Sentí como brotaba en mí y no pude evitar correrme en su mano.

Y nos vestimos. Cada cual sus pantalones, su camisa y su chaqueta...
Pero decidimos que cada uno debería guardar un recuerdo de esa noche. Es por eso que ahora estoy aquí, sentado en la cama, acariciando esta corbata, que no pienso lavar en la vida, pues en ella está el aroma que me trae el mejor de los recuerdos...

Así que amigos, recordad que cada día puede sorprendernos, que nunca se sabe cuando podemos estar a punto de vivir una experiencia inolvidable, ya sea en un bar, o debajo de la lluvia. Por eso nunca dejéis de sonreír pues "nunca sabes quien se va a enamorar de tu sonrisa."

lunes, 16 de diciembre de 2013

Olla

Como si de una olla con agua hirviendo se tratase, subiendo las burbujas deseando escapar, moviendo la tapa como si de un momento a otro fuese a reventar...

Porque hay momentos en los que podemos hablar durante horas, monólogos y monólogos y a pesar de todo no decirnos nada. Y luego con una mirada arreglar el mundo, ver las cosas más sencillas, más pequeñas y manejables... Una mirada que puede abrirnos los ojos o cerrárnoslos.
Pero no, detrás de esa mirada, de ese mundo sencillo no nos conformamos, nos preguntamos el por qué de ese mundo tan sencillo, le buscamos una y mil pegas y volvemos a pensar sin pensar y a hablar sin hablar.
Porque no, si has pensado ya 10 veces en la misma cosa y no la ves clara es que quizás está todo lo clara que debe estar. Quizás la claridad que necesitas ya no cabe en las palabras, quizás solo necesitas dejar de mirarlo para lograrlo ver.

Y así pasa que la cosa más sencilla, la más clara del mundo la hacemos difícil y enredosa, y nos enredamos con ella.

Y a veces me pregunto... si de verdad merece la pena tanto enredo.

El mejor enredo que existe es el de los cuerpos desnudos sobre la cama. El de las lenguas que se refugian debajo de los labios que no quieren dejar de besar.

Y a veces me pregunto por qué no soy capaz de condensar los pensamientos, como una pastilla de "avecrem" que hierve en mi cabeza.
Que hierve siempre con la tapa cerrada.

Y no sé por qué he tenido que borrar tantos párrafos antes de publicar esta entrada. Solo sé que podría pasarme la noche escribiendo y a pesar de todo, no decir nada.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

27

No han pasado ni 2 horas desde que se fue y ya estoy deseando volverla a ver, encontrármela en cualquier sitio y abrazarla para no dejarla ir nunca más...

2013, un año duro, difícil... Un año que ha venido cargado de experiencias...

Me paro a pensar en cómo han cambiado tanto las cosas en este último año, hasta llegar al punto de que si retrocedo 365 días en el tiempo y le cuento a mi “yo” pasado mi situación actual no se la creería…

Momentos inolvidables, momentos olvidados y momentos que por mucho que nos esforcemos nunca podremos olvidar. Personas que han entrado en nuestras vidas y personas que se han ido para siempre.

Recuerdo la primera vez que la vi, no fue este año, ni el pasado, sino hace muchos ya… Dos niños malos que jugaban en el parque sin más preocupaciones. Pero este año cuando volví a verla no la veía igual, o mejor dicho, ya no la miraba con los mismos ojos.
No me reconoció cuando me senté a su lado aquella tarde en la que comenzamos ese estúpido curso de jardinería, tan estúpido que consiguió que tarde tras tarde me fuese llenando de algo que tiene que ser parecido a eso que llaman “amor”.

Y durante 3 semanas, todas las tardes, mi única preocupación era verla sonreír, conseguir rozar levemente sus manos tan suaves que parecían hechas de terciopelo.

Y su aroma… ni el más delicado de los perfumes es comparable a aquel aroma…

Recuerdo como pasó abril, recorría las calles “buscando trabajo” pero mis mayores esperanzas estaban puestas en cruzarme con ella en la siguiente tienda, o al volver la esquina… y así pasó abril.

Después vino mayo, junio, julio… y cada día me autoconvencía de que sería mucho más fácil encontrar trabajo que encontrarla a ella.

Pero agosto…bendito agosto. Recuerdo hasta la melodía que tenía puesta en el teléfono en aquel momento, recuerdo la delicadeza de aquellas palabras… Recuerdo cada uno de los pasos que di hasta llegar a aquel chalet donde me esperaba la mujer más hermosa del mundo.

Y  de nuevo las sonrisas, el aroma, las suaves manos… La belleza y la sensualidad de aquella mujer la hacían a cada instante más irresistible.

¿Y si ella había pasado todos esos meses pensando en mí? ¿Me habría buscado, hasta encontrar mi número por casualidad olvidado en cualquier agenda?

Pero no hizo falta hacer ninguna pregunta, el roce de sus labios con los míos resolvió todas mis dudas, sus manos que tiraban de mi camisa dirigiéndome hacia su cama me indicaban que la búsqueda había terminado.

Soltó su pelo, salvaje, mientras desabrochaba los botones de mi camisa suavemente, sentándose con las piernas abiertas sobre las mías. Comenzó a besarme el cuello mientras con las uñas me rascaba el pecho, como si de un gatito se tratase, un gatito juguetón cuyos besos y mordiscos me hacían estremecer.
Y poco a poco, sentí como su pelo acariciaba mi pecho, mi barriga… hasta llegar a mis muslos donde poquito a poco con los dientes me bajó los calzoncillos para empezar a juguetear con su lengua mientras yo le acariciaba el pelo intentando no suspirar demasiado fuerte.

-Sube aquí y déjame probar un poco más esos labios…

Allí estaba, cabalgando encima de mí suavemente mientras la besaba y acariciaba sus pechos, su espalda. Sentía que no aguantaba más y me aparté sentándola con la espalda apoyada en el respaldo de la cama, abriendo suavemente sus piernas y oliendo su aroma más fuerte que nunca…
Cada uno de sus suspiros era música para mis oídos. Sentía como se contraían sus muslos, sus manos agarraban fuertemente mi espalda… Y entonces que sentí como se retorcía de placer gimiendo cada vez más y más fuerte hasta cortársele la respiración…

Salí de aquella casa con la sensación de estar desnudo. Me sentía indefenso frente aquella mujer que con solo sonreír podía obtener todo lo que quisiera de mí.

Y llegó septiembre, octubre, noviembre… y recuerdo todas y cada una de las veces que le hice el amor. Desde la primera caricia de aquel caluroso día de agosto hasta la última que me ha dado hace escasas horas…

Quedan 27  días para que termine este año, 27 días en los que no dudaré en abrazarla, en besarla y hacerle el amor como si fuese la primera vez…


“…27 oportunidades para hacer de este año inolvidable…”

viernes, 29 de noviembre de 2013

Exámenes

No recuerdo cuanto tiempo hacía que no me estresaba tanto para un examen.
Aquellas tardes en la biblioteca eran interminables... A pesar del frío que hacía estaba deseando salirme a fumar un cigarro con tal de separarme unos minutos de los libros.

Tuvieron que gustarte mucho mis leggins por la forma en la que te quedaste mirándolos, aunque quizás lo único que te interesaba era lo que había debajo...

- ¿Tienes fuego?

Así sin más, te plantaste enfrente de mí con aquella pose de chulillo que tanto me gustó. Y aunque solo fue un cigarro la conversación duró más de lo esperado. Quién iba a pensar que estabas en la misma sala que yo y que no había reparado en ti...
Cogiste todas las cosas de tu mesa y te pusiste a mi lado, acercándote poco a poco con la silla hasta rozar tu muslo contra el mío. Recuerdo como entre párrafo y párrafo sentía tu mano acariciándome por debajo de la mesa; primero muy suave para luego ir aumentando la intensidad lentamente...

- ¿Cómo no vas a tener frío niña, con la humedad que noto por aquí abajo?.

Y cada vez se me hacía más dificil leer cada palabra. Tenía que concentrarme enormemente por no suspirar ni hacer ningún gesto de placer.
Bajaste suavemente la goma de los leggins para acariciarme por encima del tanga que ya estaba bien arrugado y húmedo...
Recuerdo como notaba la presión de tus dedos mientras hacía un esfuerzo sobrehumano para que no se notasen los cortes de respiración.

Y sin articular palabra te levantaste y saliste por la puerta. No dudé en seguirte hasta que llegamos a los baños.
Recuerdo como cerramos la puerta de un empujón. Me cogiste fuerte por los muslos mientras me besabas muy dulcemente. Aquellos besos tan tiernos no cuadraban con tus salvajes caricias, pero me encantaba.
Comencé a morderte el cuello mientras me quitabas la ropa y te bajabas los pantalones.

Te sentaste en el baño invitándome a que me sentara encima de ti. Abrí muy bien las piernas mientras rodeándote con mis brazos la cabeza comencé a acariciarte los labios con los pezones.

- Muérdeme...

Recuerdo como chocaban mis tetas contra tu cara con los botes...

- Azótame...

Y puse tu mano contra mis muslos, tu boca entre mis tetas y mientras cabalgaba derecha por el camino hacia el orgasmo...

Y desde entonces no veo la biblioteca con los mismos ojos. Los cigarros ya no me saben a nada... Porque desde entonces solo quiero descansar si es para acabar cabalgando salvajemente mientras me dices al oído lo zorra que soy, pero eso sí, con mucho amor.

Felices exámenes ;)

martes, 8 de octubre de 2013

Verde Pastel

Tenía unos ojos pequeños, marrones, tristes... de lo más comunes. Mas algo extraño tenían, pues cada vez que parpadeaba desaparecía el mundo...

Sus manos estaban ásperas y frías, pero las tocaba con la mayor delicadeza del mundo, sintiéndolas como seda entre los dedos...

Su aroma inconfundible. Perfume que impregnaba mi piel después de aquellas caricias...

Sus besos: dulces, suaves... Pero que siempre me dejaban un sabor intenso en los labios.

Sus abrazos interminables, sus susurros al oído...

Todas y cada una de sus sonrisas.

Aquellos silencios en los que compartíamos las conversaciones más profundas...

TODO.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Vuelta al cole

Me diste la mano y me llevaste al cielo... A aquel maravilloso cielo que solo conocemos tú y yo...

Qué deprisa pasa el tiempo. Tan deprisa que a veces seguimos esperando cosas que pasaron hace tiempo, que ya disfrutamos y sabemos que nunca más van a volver a pasar.

7 de septiembre, era una mañana calurosa y el bullicio por los pasillos de la facultad no me podía hacer desconectar de aquellos pensamientos que año tras año me he repetido a principio de curso...

Y ahí estabas, tan perfecto como siempre. No sabía qué hacer, si darte dos besos, saludarte o simplemente pasar de largo mostrándote una leve sonrisa. Pero no hizo falta que yo me acercara, este año te decidiste tú a acercarte y saludarme.
Recuerdo como me agarraste por la cintura y me acercaste sutilmente a ti para darme dos besos y susurrarme al oído

"Buenos días encanto."

Aquellas palabras me supieron raras, como si no estuviesen echas para mí. Debía de haber un problema, debías de estar confundido o algo... Y no pude articular palabra. Mi sonrisa y sonrojadas mejillas tuvieron que ser suficiente para que me agarrases por encima del hombro y me hicieses que me encaminase junto a ti hacia el aula.

Apenas podía pensar, cada paso que daba sentía que me iba a despertar en cualquier momento de un sueño, pero no fue así.
Ya en el aula nos sentamos juntos y aunque yo no sea muy buena en percibir esas cosas me daba la sensación de que querías compartir conmigo algo más que el sitio en aquella sala.

Y lo pensé. Llevaba muchos años bajando la cabeza por todo, creyéndome menos que nadie y resignándome. Pero aquel día algo quiso que yo fuese la protagonista. Así que tome la iniciativa y comencé a entrar en el juego...
Aquel discurso del decano era interminable y como todos los años la gente empezó a coger los móviles y demás a la mitad para distraerse. Así que yo decidí coger algo también...
Mi mano se coló por debajo de la tuya empecé a acariciarte el muslo susurrando

"Podríamos hacer más interesante este rollazo..."

Y a juzgar por tu sonrisa parecía que no te disgustaba...

Empezaste a acariciarme la mano que tenía ya encima de tu entrepierna, te acercaste a mi oído y me diste un pequeño mordisco en la oreja. Mordiéndome los labios y acariciándote más fuertemente empecé a notar como se empapaba mi tanga...

Pero había algo mucho más especial al margen de todo aquello sexual... Sentía como me acariciabas la mano, como, después de tantos años, me mirabas a mí, me dedicabas cada una de aquellas sonrisas... Y nuestros rostros se acercaron lentamente hasta casi rozar una nariz con la otra...
Pero de repente el bullicio de la gente levantándose nos hizo volver a la realidad.

"Te espero en el baño."

Y disimuladamente recogí mis cosas y me despedí, poniendo camino a un destino que por primera vez me sonreía.

Entré con cierta vergüenza, pues nunca había entrado al baño de chicos, pero antes de siquiera pensarlo estaba sentada encima del baño con los pantalones bajados y tu cabeza entre mis piernas...
Recuerdo que te arañé todos los hombros mientras el movimiento de tus labios y tu lengua me hacía suspirar una y otra vez.
Y cuando estaba a punto de correrme paraste y me miraste, con cara de niño bueno... Y empezaste a acariciarme el clítoris con la nariz mientras con tu lengua dibujabas pequeños circuitos y me subías al cielo...

Pero de nuevo paraste y me cogiste por la cintura para ponerme contra la puerta.
Las embestidas hacían que todas las paredes del baño retumbasen.

Y comencé a susurrarte al oído pequeños suspiros de placer, te mordía el cuello y agarraba tu espalda con mis uñas para no deslizarme.

"Ponte de rodillas cariño..."

Me acaché poniendo cara de niña buena, mordiéndome la punta de un dedito y juntándome las tetas con los codos para que derramases encima de mí todo tu semen...

Pero ahí no había acabado todo. Me apoyé con las manos en la pared, agachada, abriéndome de piernas, mientras tú sentado en el suelo hicistecon tu lengua que besase las nubes...

Y antes de salir me diste la mano y me acercaste a ti. Acercamos nuestros rostros hasta el punto de sentir nuestros alientos sobre los labios...

"Llevaba años esperando esto..." dijiste.

Y entendí que todo lo que tiene que pasar pasa. Que a veces creemos que algo no va a llegar y ese algo está deseando entrar en nuestras vidas. La felicidad, el amor, la paz... O una simple sonrisa.
Entendí que a veces no hay que esperar que sucedan las cosas, ni tampoco hay que hacer que sucedan... Simplemente tenemos que disfrutar de las que ya están sucediendo porque no merece la pena perderse una bonita tarde por estar esperando una noche aún más bonita...

Disfrutad de lo que tenéis ahora, pues no sabéis si lo que ahora estáis viviendo dentro de poco se convertirá en lo más bonito de vuestras vidas.

Y, como sé que deseáis saberlo, nos fundimos en un beso, mientras nuestras manos entrelazadas nos unían con más fuerza que cualquier cadena.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Oooh la feria!

Guardo muchos recuerdos de la feria de Albacete, pero sin duda el mejor es el que voy a contar a continuación...

Eran apenas las 2 de la madrugada y el botellón estaba ya hasta la bola. Cada trago de bebida fría se deslizaba por mi garganta haciendo poco a poco que empezase a desinhibirme... Llevaba toda la noche viendo como me mirabas el escote. Al principio disimulabas, pero después de un par de cubatas ya solo te faltaba acercarte para verlas mejor...
Entonces me sacaste la lengua y te diste la vuelta, alejandote de todos, y no pude evitar seguirte...
Salimos del bullicio.

"Pillame si puedes."

Y echaste a correr hasta un callejón oscuro.
Allí te quedaste parado, mirándome fijamente y sonriendo.

"¿A qué juegas?"

Y no hizo falta decirte nada más... Te acercaste despacito, acariciándome el pelo y aproximando tus labios a los mios... Pero justo cuando estabas a punto de besarme bajaste a la altura del cuello y empezaste a darme mordisquitos mientras habías introducido la mitad de tu mano entre mis pechos. Empecé a notar la humedad en mi entrepierna y bajé mi mano hasta tu paquete. Te desabroché los pantalones y los bajé junto a los calzoncillos, para después arrodillarme y jugar con mi lengua y mis tetas, que a juzgar por tus suspiros no lo hacía nada mal... Comencé a arañarte los muslos mientras jugabas con mi pelo suspirando gracias al movimiento de mis labios y mi lengua alrededor de tu polla...
Y a pesar de que yo no quería, derramaste tu semen por toda mi boca callendo también por el cuello y la cara...
Pero ahí no había terminado todo. Estaba demasiado caliente y tenía que llegar hasta el final, por lo que me senté en el capó de un coche, abriendome de piernas y subiendome la falda. El tanga dejaba poco a la imaginación, estaba tan mojado que marcaba toda la silueta. Y te invité a que bebieses de mí...

Recuerdo que pasaba gente mientras me corría en tu boca...

Desde entonces la feria para mí tiene un sabor distinto...

Cal y arena

De pronto un día abres los ojos, miras a los lados y todo ha cambiado.
¿Qué podemos hacer por nosotros mismos en este momento? Miramos al futuro, hacemos planes y nos esforzamos por intentar tomar las mejores decisiones para ser felices. Y a veces nos equivocamos, gravemente. Y dejamos de mirar al futuro, empezamos a obsesionarnos con el pasado, con aquella decisión, pensamos en las múltiples decisiones que podriamos haber tomado e imaginamos un presente (que ya no futuro) diferente. Pero ¿de que nos sirve eso?
Aunque para mi una de las cosas mas sorprendentes es que, con tanto esfuerzo con el que luchamos por intentar "cambiar el destino" y ser felices, y lo mucho que nos preocupa el hecho de que una decision u otra nos perjudique en un futuro, luego somos nosotros mismos los que dejamos en manos del azar algunas de las decisiones mas importantes que hay en la vida...

El negativo y resignado vive en el pasado, el positivo y ambicioso vive en el futuro y el realista vive en el presente.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Noria

Muchas son las veces que he pensado que me estoy volviendo loco...

Me despierto por la mañana y lo primero que hago es pensar en ella. Salgo a la calle, voy tranquilamente andando y de pronto se me viene a la cabeza su imagen... y a pesar de que muchos días consigo no pensar en ella en todo el día, siempre llega la noche.
La cama, esa gran trampa. Porque te acuestas para desconectar, para dormir y no pensar... Pero de pronto te pones a pensar y no puedes dormir. Empiezo a recordar cosas que no tienen relación con ella para siempre terminar con su imagen en mi cabeza.
Una vuelta...otra vuelta, y sigue ahí.
Y pienso en todo y a la vez en nada... porque no la veo a ella, veo su pelo, siento su aroma... Es como un sueño pero con consciencia de su inexistencia... Porque la veo pero no puedo acercarme, no tocarla, ni gritarle... Solo puedo imaginármelo todo, pero siempre siendo consciente de que ahí no esta...
Por eso otra vuelta más, y otra y otra... Y le grito interiormente a mi cabeza para que duerma....
Y de pronto tristeza, y de pronto alegria...
Y otra vuelta y otra vuelta....

Y entonces empiezo a soñar, mas ya feliz, pues aunque sueño todo lo que pueda imaginar, ya no soy consciente de que no es real...

Pero si en mitad de la noche me despierto, no hay quien me libre de otra noria...

¿Enamorado? ¡Por favor! No digáis tonterías... Estoy sumido en la más dulce y profunda de las locuras.

viernes, 30 de agosto de 2013

Luna Llena

“Aún recuerdo el olor de su pelo y el sabor de su piel…

El sol ya se había puesto y el mar estaba tranquilo, las olas se apoyaban en la arena como si no quisiesen molestarla mientras los últimos bañistas terminaban de recoger sus sombrillas.
Yo me dedicaba a pasear tranquilamente por la orilla. Me gusta sentir el agua fresca que va y viene, la arena húmeda que se mete entre los dedos y la brisa del mar. Era todo lo que podía pedir. Soy un hombre sencillo al que le gusta disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, adoro las montañas, pues es donde vivo, pero si tengo la oportunidad de disfrutar de cualquier otro lugar, aunque sea unos días, cojo mi mochila y mi libreta y allá que voy. Me gusta vivir intensamente cada momento, divertirme y ofrecer mi ayuda a cualquier persona que pueda necesitarla. Y sé que lo importante no es caminar por un montón de sitios, ya que yo considero mucho más importante que por cada sitio por el que caminemos sepamos dejar nuestra huella…

De pronto oí una risa inocente, que probablemente procedía de una niña pequeña. Me giré y allí estaba, saltando de una en una por las huellas que iba dejando yo. Paré y se chocó contra mí pegando un brinco y mirándome a los ojos con una mirada muy tierna que reflejaba una mezcla de curiosidad y miedo.

“Perdone, siento si le ha molestado, es demasiado traviesa.”

Y entonces apareció una chica que parecía ser su madre, la agarró en brazos y se retiró amablemente pidiendo disculpas.
Me marché hacia el hotel dando un paseo por la ciudad, observando como la luna estaba creciente, a punto de llenarse del todo.

El agua de la ducha salía fresca, dejé que se deslizase por mi cuerpo para quitarme hasta el último grano de arena que pudiese tener. Una vez vestido bajé a cenar y me senté en una mesa un poco apartada de la gente, quería gozar de una cena tranquila para luego dar un buen paseo antes de ir a dormir.
Pero a mitad de la cena la risilla traviesa de la playa vino de nuevo a mis oídos. Miré por encima de mi hombro y ahí estaba, justo a mi lado, mirándome. Pero su mirada ya no reflejaba miedo ni nerviosismo, ahora era una mirada tierna y traviesa que conjuntaba perfectamente con esa sonrisa inocente.

“Tienes los pies muy grandes ¿Sabes?”.

Y salió corriendo hacia la mesa donde estaba su madre, que de nuevo se me acercó pidiéndome disculpas.
Era una mujer preciosa, con la piel clarita, pelo rubio y rizado y ojos grandes. Tenía la cara como una muñeca de porcelana, perfecta. Su voz era dulce y desprendía un olor que casi se asemejaba al de las montañas. No pude evitar ver que se sentaba ella sola a cenar con la niña y les ofrecí amablemente que se sentasen conmigo a cenar.

Podría relataros la cena completa, detalles de las bromas que hicimos o hablaros sobre la vida de esta chica que ella misma me contó, pero sinceramente lo que más recuerdo es cada uno de sus gestos, sus sonrisas… Me estaba hipnotizando poco a poco. No podía dejar de mirarla, era una mujer joven, guapa, simpática… Pero más allá de todo eso había algo que me estaba atrapando.
Fuimos a dar un paseo juntos, tomamos un helado y luego la acompañé caballerosamente hasta la puerta de su habitación.

Me tumbé en la cama, pero me era imposible dormir. Tenía la mente completamente bloqueada. No podía ni siquiera pensar, solo sonreía como un estúpido mirando al techo. Entonces me incorporé y por fin pude pensar en algo…

“¿Estaba acaso enamorándome de aquella mujer, la cual conocía de solo unas horas?”

No, no podía ser… Yo no era hombre de caprichos, y mucho menos me iba a encaprichar de una persona a la que apenas conocía y a la que probablemente después de aquellas vacaciones no volvería a ver.

Y dormí, pero no descansé.

A la mañana siguiente bajé a la piscina y allí estaba ella, tumbada boca abajo en el césped mientras la niña correteaba con otros niños de por ahí. Me acerqué sin pensarlo y me tumbé a su lado.
Y entonces de nuevo esa sonrisa, esa piel, esos gestos…
Pocas conversaciones más interesantes he tenido en mi vida. Por más que me adentraba en ella nunca descubría el fondo de aquella mujer: luchadora, buena madre… No me cansaba de hablar con ella. La conversación era más que interesante, cada palabra que salía de su boca era más acertada que la anterior. Hablaba delicadamente, pero con las ideas firmes y claras. Aquella conversación era un autentico gozo.

Entonces ella se incorporó y desabrochó la parte de atrás del bikini, para volverse a tumbar y pedirme que le pusiese un poco de crema en la espalda… No pude disimular mi erección lo suficiente como para que ella no se diese cuenta, pero parecía no importarle. Su piel estaba tan suave que no me cansaba de masajearla. Fue entonces cuando llegaron unos payasos con un montón de materiales y se pusieron a hacer actividades con los niños, por supuesto la primera que salió detrás de ellos fue su hija, no sin antes mirar a su madre, la cual hizo un gesto de aprobación.

Se abrochó el bikini y se incorporó para sentarse conmigo debajo de una sombrilla.
Estuvimos callados un rato y ella apoyó la cabeza sobre mi hombro soltando un pequeño suspiro. Miré para abajo, y ella me miró a los ojos, no sabía muy bien qué hacer porque todo mi cuerpo me pedía que la besara, pero algo me detenía, no sé si por vergüenza, educación o prudencia.
Pero ella se aproximó tanto a mí, comenzó a rozar sus labios con los míos suavemente, acariciando mi muslo y cerrando los ojos.

Entonces se levantó y me agarró la mano para llevarme a los baños de aquella piscina. Comenzamos a besarnos, a tocarnos. Sus caricias eran más que caricias, eran empujes que me llevaban cada vez más alto, casi podía tocar las nubes. La besaba en el cuello mientras le recorría los genitales con mis manos para hacer que se estremeciese de placer. Quería hacerla sentir bien, quería devolverle toda la felicidad y el gozo que me estaba dando.
Me arrodillé y quise beber de ella. Comencé a recorrer sus muslos con mi lengua para después adentrarme y hacerla que llegase a aquellas nubes donde yo la estaba esperando.
Salimos a la piscina, pero cada uno tomó su camino.

Fue una semana muy intensa. Las horas a su lado parecían segundos. Recuerdo las caricias y los besos como si los recibiese ahora mismo. La besé por cada rincón de su cuerpo. La besé con los labios y la besé con el alma. Sentía que conforme se acercaba el día de la despedida un trozo de mi se iba adentrando en su profundidad para no volverlo a recuperar más…

Y aquella noche tuve una amarga despedida. Despedida iluminada por la luz de la luna que estaba más llena que nunca.
Esa noche no la besé, la abracé con todo mi ser, intentando cual loco recuperar aquel trozo de mí. Pero era ya imposible.

No podía llorar, no podía pensar, de nuevo estaba bloqueado.

Y la dejé marchar.

Han pasado 53 años desde entonces. Desde que volví a las montañas una semana después de eso, hasta hoy, le he escrito todos los meses y ella a mí. Con cada carta mía iba un poema, y en cada carta suya iban sus labios estampados de color carmín.

Hoy hay luna llena. He recibido la última carta, escrita por su hija, en la cual me anunciaba su muerte.  

Me dirijo hacia Rumanía, para despedirme de su cuerpo. Su alma sé que me espera en el cielo, en aquellas nubes que ella me hizo alcanzar un día.”


Y todas las noches de luna llena sube al monte, se sienta con los ojos cerrados y reza… Y lo único que le pide a Dios es reunirse con ella.

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lunes, 15 de julio de 2013

Apagón

No puedo evitar acordarme de tu reflejo penetrándome cada vez que me miro en algún espejo...

Lo recuerdo todo perfectamente, era una tarde como esta: calurosa y aburrida, y decidí darme una vuelta por el centro comercial.
Había bastante gente, que yo creo que estaban ahí más por el aire acondicionado que por las propias tiendas. Y ya aburrida de no ver nada decidí bajar a por el coche al parking...

Fue en a puerta del ascensor donde te encontré, ahí paradillo y mirándome de reojo las piernas y el vestido. Me ofreciste caballerosamente que pasase primero y yo te respondí con una sonrisa.
Ya dentro del ascensor no mantuvimos ninguna palabra hasta que de repente se paró de golpe y se apagaron las luces, quedando la luz de emergencia encendida con la que, la verdad, se veía bastante bien.

"Se ha tenido que ir la luz"

Y nos quedamos en silencio, escuchando las voces de la gente del centro comercial, y algún que otro grito.
Te acercaste poco a poco y me susurraste al oído

"Qué bien te sienta ese vestido."

Y cogí tu mano para colocarla en mi culo por debajo del vestido. Debió de gustarte porque lo agarraste con fuerza y te colocaste delante de mí.

"Si parece que eres una niña muy traviesa..."

Y me empujaste contra ti, besándome y acariciándome el cuello suavemente. Notaba claramente tu erección y también que aquello que sentía entre las piernas no era sudor... Comenzaste a darme besitos en el cuello y pequeños mordiscos en la oreja que me hicieron coger tu mano y meterla en mi entrepierna que ya estaba muy mojada...

Hundiendo el dedo en el tanga empezaste a masturbarme mientras yo no podía parar de suspirar. Me sacaste una teta por el escote del vestido y empezaste a morderme el pezon mientras tu mano cada vez estaba más dentro.

"Tienes los muslos chorreando"

Y me agarraste por el culo y me subiste encima de ti, apoyando la espalda contra la pared y agarrándome a tu cuello. Primero me penetraste muy suave, para luego empezar poco a poco más duro.
Pero cuando estabas a punto de correrte me bajaste y me pediste que me pusiese de rodillas.
Abrí la boca y comencé a masturbarte, y no tardaste mucho en dejarme la cara llena de semen.

Pero aún no habíamos terminado, te cogí del hombro y te invité a que tú también te arrodillaras para que empezases a beber un poquito de mí.

Y recuerdo cómo alcancé el cielo con una pierna sobre tu hombro, mientras tu otra mano me agarraba el culo.

No tardó mucho en volver la luz. Al salir del ascensor me guiñaste el ojo y acariciaste la cara con un gesto muy tierno.

Pero la ternura no había tenido sitio entre aquellas 4 paredes.



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domingo, 7 de julio de 2013

Inmortalizando momentos

Eran ya las 6 de la mañana y yo aún no tenía ganas de irme... Pero ante tus insistencias tuve que despedirme de todos y salir del bar. Iba rezagada y arrastrando los pies... Me sabía mal irme tan pronto solo porque no te quedabas tranquilo si no me acompañabas...

"Va, alegra esa cara, si sabes que lo mejor de la noche es la despedida..."

Dijiste. Pero no, esa noche nos íbamos a quedar sin polvo de despedida, estaba mi casa llena de gente que había venido por la feria...
Me agarraste por la cintura mientras me dabas besitos en la cabeza, tornando más lento el paso y empujándome para cruzar la calle.
Vi como mirabas fijamente algo y decías

"¿Qué te parece? ¿Nos llevamos un recuerdo de esta noche?"

Y vi el fotomatón. No pude evitar soltar una carcajada mientras te lancé una mirada incrédula. Pero ya me estabas empujando y en menos que canta un gallo ya estábamos los dos metidos dentro.
Te sentaste en el pequeño taburete y me indicaste que me sentase encima de ti.
Me puse coqueta, sonriendo y arreglándome el pelo, mientras tú corrias la cortina y me agarrabas por la cintura.

"Ay, estate quieto, que vamos a salir movidos..."

Pero antes de que terminara la frase ya estabas acariciando mis muslos y dándome besos en el cuello. No tardé en notar tu erección, y tus manos no tardaron en subirme lentamente el vestido. Sentí como buscabas mi entrepierna con una mano mientras estrujabas mis pechos con la otra... Tu aliento acompañaba a tus dientes en mi oreja...

"Levanta un poco el culete anda"

Y al levantarme me subiste el vestido y agarraste el culo con las dos manos para abrírmelo bien. Lo estuviste masajeando un rato hasta que decidiste bajarme la cremallera del vestido y dejar que se cayera al suelo.
Entonces me empujaste contra el cristal, chafando todas mis tetas contra él y agarrando bien mis nalgas  para acariciarme entre ellas con algo que ya conocía muy bien...

"¿La quieres dentro?"

No te hizo falta mucha señal para hacer que mis tetas empezaran a rebotar contra ese cristal mientras suspiraba con la cara pegando a una de las estrechas paredes de ese fotomatón.

"Azótame..."

Y así, con una mano me azotabas y con la otra me agarrabas las tetas, pellizcandome los pezones mientras me lamías la espalda intentando hacer el mínimo ruido posible...
Paraste, y te sentaste en aquel taburete, para dejarme que ahora fuese yo la que tomara las riendas. Me abrí de piernas encima de ti y me senté delicadamente para empezar a trotar cada vez más rápido...
Mis tetas te rebotaban en la cara y tú no sabías donde poner las manos...

"Tus manos, ahí."

Dije mientras te coloqué las manos en mis nalgas y las apreté y separé. Seguí cabalgando mientras te mordía el cuello.

"Ponme las tetas en la cara..."

Y no me hice de rogar, aumentando el ritmo hasta que ya no aguantaste más y me levanté muy rápido para que pudiseses derramar tu semen encima de mí...

Salimos sudando de aquel fotomatón mirando para todos sitios para ver que nadie nos había visto...
Pero lo único que encontramos fue silencio. Me diste un  beso y  te volviste para coger las fotos tan peculiares que nos habíamos hecho, pero para nuestra sorpresa habían desaparecido todas...

Y así la noche quedó inmortalizada, ya no en las manos de un desconocido, sino en nuestros cuerpos.

domingo, 30 de junio de 2013

San Juan

Aún no sé cómo aguantábamos tanto tiempo solo mirándonos...
Te conozco desde los 6 años, y anoche por primera vez creo que llegué a conocerte realmente. Recuerdo los largos recreos y las tardes en el parque... También las vacaciones que hicieron nuestras familias juntas... Aquellos inocentes juegos de niños en los que me quitabas la parte de arriba del bikini en la piscina... Juegos que ahora tienen más significado que nunca.
Qué inocentes 15 años. Conversaciones sobre cosas que se escapaban a nosotros...  Miradas incansables que durante horas compartíamos...

Aunque no voy a negarlo, llevo masturbándome pensando en ti desde hace 5 años. Sí, desde aquellos inocentes 15. Recuerdo cómo te esmerabas en explicarme los problemas de matemáticas mientras yo me dedicaba a desnudarte mentalmente. No puedo evitar pensar que aquellos juegos de rozarnos por debajo de la mesa de la biblioteca eran más que un juego...

Y allí estábamos, en la piscina de tu parcela mirando las estrellas y hablando de lo que nos va a deparar la vida el día de mañana. Estábamos solos, como otras muchas noches de verano; tus padres nunca se habrían imaginado lo que hicimos...
Tenía frío, o al menos eso te dije, y no dudaste en abrazarme desde atrás como otras veces has hecho. Recuerdo como me susurraste al oído

"Si quieres te quito ese bikini que está mojado, y seguro se te pasa el frío".

Me quedé sin palabras, pues era algo que carecía de toda lógica. No obstante dirigí tus manos al broche del bikini, y no hubo que guiarte mucho más...
Todo pasó muy rápido, no recuerdo cómo, pero estaba sentada en la escalera de la piscina mientras me me acariciabas lentamente los pechos y me dabas suaves besos en los labios...

"Creo que estoy empezando a tener frío en la parte de abajo también..."

Y tu mano se coló entre mis piernas, dedito tras dedito ladeandome el bikini... Hasta que se colaron en otro sitio. Comencé a suspirarte al oído mientras te mordía el lóbulo de la oreja y te apretaba la espalda contra mí...Recuerdo como me besabas suavemente los pechos, lamías mis pezones con mucha suavidad.

"Muérdelos"

Y comenzaste a pellizcarlos con los labios, luego con los dientes, mientras tirabas débilmente de ellos.
No podía más, si seguías así me iba a correr; así que te aparté de mí y te bajé el bañador... Te ordené que te sentaras en el borde de la piscina con las piernas abiertas y no pusiste ninguna objeción...
A juzgar por tú reacción creo que nunca te habían hecho eso... Cada movimiento de mi lengua provocaba una contracción de tus muslos, los cuales besé lentamente mientras te masturbaba con las manos para hacerte estremecerte...

"Ahora como en los viejos tiempos, píllame si puedes..."

Y empecé a nadar desnuda mientras tú me perseguías por la piscina.. Hasta que me atrapaste y pusiste contra el borde, mordiéndome el cuello y acariciándome los pechos... Mis pezones se colaban entre tus dedos, que apretaban y tiraban suavemente de ellos.
Y me subí al borde, abierta de piernas y chupándome un dedito con mirada juguetona te invité a que me hicieses llegar a esas estrellas que llevábamos años observando.
Recuerdo como agarrabas mi culo para apretarme contra tu boca. Tan rápido y fuerte, pero tan delicado a la vez. No podía aguantar más y las marcas de mis uñas en tus hombros dejaron reflejado aquel orgasmo, que me hizo desvanecerme dentro del agua...

Y allí seguimos, otro par de horas más en el agua, desnudos totalmente, en cuerpo y alma. Besándonos y acariciándonos, comenzando otra historia que algún día os contaré, dijiste...

"Ojalá y esta noche no terminase nunca."

Pero por desgracia, para mí fue la noche más corta del año.


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jueves, 27 de junio de 2013

Caos

Es difícil empezar a escribir cuando no sabes concretamente qué es lo que quieres decir...
Son demasiados sentimientos en muy poco tiempo...
Hace un par de entradas hablaba de que la vida "son 3 días" y que en esos 3 días pueden ocurrir infinidad de cosas... El tiempo es caprichoso, y se empeña en pasar rápido cuando más a gusto estamos mientras que parece que se esfuerza en torturarnos al hacernos eternos esos momentos  amargos... Pero aún así el paso del tiempo nos hace crecer, ya no físicamente sino como personas. Nos hace madurar y nos ayuda a valorar las cosas que realmente lo merecen. 

Y es cuando nos encontramos al final de una etapa cuando nos paramos a reflexionar, a valorar realmente las cosas que han ocurrido ahí, las que tendremos a la vuelta de la esquina y las que no volveremos a disfrutar nunca más... 
Cosas buenas y otras no tan buenas hemos vivido. Riendo, llorando, gritando, saltando.... Pero nunca solos. Hemos aprendido que por muy fuerte que sople el viento siempre habrá alguien que nos empuje, que conocer a una persona de hace 10 años no significa que le vayas a querer más que a alguien que conoces de hace 2... Que solo puedes llegar a conocer a alguien realmente si esa persona te deja que la conozcas y que cada paso andado ha merecido la pena si al lado de tus huellas hay otras marcas que van formando el camino...
Que podría poner 1000 reflexiones, pero al fin y al cabo lo más importante es salir a la calle y VIVIR.

Y daos cuenta cómo vivís vuestra vida paralela a la de tantos otros... Pensad en la cantidad de personas que existen en el mundo, personas que nunca llegaremos a conocer... Y es por eso por lo que me siento afortunada de haberme cruzado con las personas con las que ahora comparto mi vida. Podría haber sido feliz de otras 1000 maneras y conociendo a otras 1000 personas diferentes, pero algo ha decidido que sea así y no puedo estar más agradecida...

Y en definitiva, aunque esta entrada es un caos total de ideas, solo quería transmitir que aunque una etapa se acaba, otra nueva comienza... Que hay puertas que se cierran, puertas que se abren... Que la distancia no importa... Y que gracias a los acompañantes en el camino hasta ahora, y a los que sé que seguiréis acompañándome, estéis o no presentes .

3 días... y otros 3 días... Así he ido arañando... Pagaría por otros 3 días más, pero no se puede sobornar al destino.

viernes, 14 de junio de 2013

Andén

Viernes por la tarde y como siempre era hora de marcharme. No tenía muchas ganas pero era lo que tocaba...
Había poca gente en la estación, y eso me gustaba. Como siempre, llegaba más de media hora antes y decidí sentarme en la sombra, a escuchar música y pensar en mis cosas... Y entonces la vi. Era la chica más sencilla y maravillosa que había visto. Nuestras miradas se cruzaron y no tardé mucho en retirar la mía por vergüenza... ¿Cómo podría ser tan mona?

Era morena, ojos marrones y no iba nada maquillada. Vestía con unos vaqueros y una camiseta sencilla y tenía una mirada que me hacía suspirar como si me acabase de enamorar profundamente. Podrían haberse puesto mil chicas vestidas de gala y ultramaquilladas a su lado y ninguna podría haberle hecho sombra...

Subí al tren con la tremenda casualidad que fue a subir a mi vagón. Me senté en un asiento cualquiera pues el vagón iba prácticamente vacío. Para mi sorpresa la chica se puso a subir la maleta encima de donde estaba yo sentada, lo cual me dio paso para ofrecerme a ayudarla.No olvidaré nunca la dulzura con la que dijo "gracias" y esa sonrisilla traviesa.
Me quedé helada cuando vi que se sentaba a mi lado estando el vagón casi vacío. Yo que iba escuchando música me quité un casco pensando que, quizás, podría tener la suerte de que me hablase...
Tres paradas más tarde desistí y me puse los dos cascos. Pero apenas 5 minutos más tarde me rozó con su mano, me miró y guiñó un ojo. Sonreí como si fuese una niña pequeña, torcí la cara hacia la ventana y miré su reflejo que me estaba sonriendo. Yo tenía mi mochila encima de las piernas y ella deslizó su mano por debajo para comenzar a acariciarme los muslos por encima del pantalón...
No me creía lo que estaba pasando, pero estaba muy caliente. Las caricias cada vez eran más intensas y ya no solo estaba acariciando mis muslos. Estuve a punto de soltar un suspiro, pero me controlé. Entonces se acercó ronzando con su naricita mi oreja y acariciando mi cuello con su lengua. Agarró el cable de los cascos con los dientes y me lo quitó con la boca, para acercarse a mi oreja y susurrarme "voy al baño, si te vienes a terminar esto..."
No pude resistirme. Un minuto después estaba con sus piernas en mis hombros y suspiraba entre dientes mientras me agarraba del pelo como si fuese un caballo.
"No pares... No pares" Suspiraba mientras se retorcía de placer...
Sentí como se corría en mi boca... Iba a secarme cuando me agarró del cuello y comenzó a besarme. Me besaba por todo el cuello y daba pequeños mordisquitos mientra me masturbaba... Le agarré el culo y empecé a mordele los pezones mientras hacía todo lo posible por aguantar un poco más sin correrme... Pero llegó un momento en el que no pude más... Justo en el momento en el que el tren anunciaba mi parada.

Me bajé del tren como si nada hubiese ocurrido, pero aquel orgasmo fue la mejor parada en la que me he bajado nunca.

domingo, 2 de junio de 2013

3 días

Este texto va dedicado a una persona que hace grande cada momento que paso a su lado... Va por ti.

Hace un tiempo decidí caminar despacio, dejar que la vida me muestre sus cosas en vez de intentar obligarme a vivir...
Solía ir por la vida con prisa, intentando comerme el mundo sin darme cuenta que es el mundo el que nos come a nosotros... Somos seres insignificantes, que dependemos de un montón de factores para vivir, de un montón de factores para nacer y de otros tantos para morir...
Solía andar rápido con un objetivo fijo y me frustraba sin no lo conseguía... Y si lo conseguía me quedaba absorbida en eso hasta tener un nuevo objetivo. Caminaba de objetivo en objetivo, desesperada por la cercanía de algunos momentos o por la lejanía de otros...
Por poner un ejemplo, si estábamos a lunes y tenía un examen el miércoles el martes para mí no existía... Y así con un montón de cosas más...

...hasta que un día me paré a pensar. ¿Y si en vez de apresurarme a mi meta dejo que se acerque ella a mí? Y empecé a ver las cosas de otra manera.

Me desperté una mañana y saboreé cada momento. Ese día salí 10 minutos antes para poder disfrutar el camino, miré los edificios, los perros que paseaban por la calle y aun con todo me sobró tiempo para pensar en todo lo que me iba a deparar el día. Comencé a vivir el momento, a disfrutar de las pequeñas cosas... Me dí cuenta como una simple comida con los amigos antes de un examen me podía aportar más cosas positivas que horas y horas de fiesta. Observe que cada momento es lo especial que tú quieras que sea. Comprendí que, en gran medida, los momentos se miden por las personas con quien puedes compartirlos.
Todo esto por supuesto sin dejar de luchar por mis metas, pero sin cerrarme a ellas. No por querer llegar al estanque tuve que dejar de disfrutar del resto del parque...

Y así es mi vida ahora. Me entristezco, estreso y desespero como todos. Pero siempre y cuando puedo intento frenar un poco, dejar de correr por la vida y pasear un rato... Fijarme en los pequeños detalles, saborear cada momento y disfrutar de las buenas compañías, ya que la vida son tres días y en tres días pueden ocurrir tantas cosas...




martes, 21 de mayo de 2013

Lluvia

Llevaba lloviendo todo el día y aquel frío solo podía pasarse de una manera...
Estaba empapada cuando me crucé contigo en aquella calle y ninguno de los dos llevaba paraguas. Por suerte ambos llevabamos la misma dirección y por lo menos no se nos hacía tan ameno el "paseo bajo la lluvia".
Empezó a llover más hasta que tuvimos que meternos a un portal abierto que vimos para esperar a que dejase un poco...
Nos metimos debajo de las escaleras por si salía algún vecino... Recuerdo el calor que irradiaban tus manos y como me susurrabas al oído para hacer el menor ruido posible... Sentía como tu aliento rozaba mi oreja y empecé a sentirme mojada por otra razón que no era la lluvia... Giré mi cara y nos encontramos rozándonos las narices, mirándonos fijamente a los ojos... Y nos fundimos en un beso que nos terminó de dar la chispa para quitarnos aquella ropa tan mojada... Me senté encima de ti abierta de piernas y mirándote a la cara sin que dejases de acariciar mis nalgas y darme pequeños azotes... Comencé a morderte el cuello mientras entre pequeños suspiros de placer me acariciabas los pechos y te recolocabas la polla para ofrecérmela como asiento... Comenzaste a suspirar mientras cabalgaba encima de ti y tuve que darte un pequeño golpe con el pecho en la cara a modo de "castigo" que no pareció molestarte mucho a juzgar por mordisquitos que me dabas en los pezones...
Y comencé a suspirarte en la oreja mientras te pedía que me azotaras... "Me encanta que lo hagas mientras me dices zorra".
Me retiré de encima y dejé que te corrieras en mis pechos... Seguidamente me empujaste contra la pared para masturbarme mientras me besabas y mordías el cuello... Intenté no suspirar pero me fue imposible cuando te colocaste a cuatro patas y subiste mis piernas encima de tus hombros... Como me encantó como combinabas el movimiento de tus labios con el de tu lengua...

Al salir de aquel portal ya no llovía, pero yo tuve que poner a secar alguna que otra prenda al llegar a casa...

lunes, 20 de mayo de 2013

El moño demasiado ajustado.

Y de nuevo ese puto sentimiento... Que no tiene ningún sentido que aparezca ahora y que sé que no está bien... Pero sin en cambio, ahí está. Puedo negármelo una y otra vez, cerrar los ojos e intentar pensar en otras cosas pero... siempre vuelve.

¿Qué hacer? ¿Es acaso bueno evitar aquello que no evité en aquel momento? Quizás lo mejor es esperar...

Alguien me dio un buen consejo: "Lo mejor es dejar hablar al tiempo."

El problema es que a veces me da miedo que el tiempo acabe con todo esto sin que ni siquiera me dé tiempo a reaccionar.

El problema es que quizás si dejo hablar al tiempo... no me gustan sus palabras.


Dando vueltas

"Abriendo los ojos, casi sin darme cuenta, aún no sabía si estaba despierta y tú...ya estabas por mí cabeza... y tú... todo el tiempo dando vueltas....

No pensé que el camino iba a ser tan difícil.... Lo intenté, y caí dando vueltas, entre aquellas piedras que yo misma me desclavé...

Dando y dando vueltas...
Lejos de la gente y de aquella tormenta...
Dando y dando vueltas.
Y no, allí no estabas tú...
Y mientras sopla el viento,
camina y no te pares que sigue pasando el tiempo...
Y mientras, vamos avanzando,
poquito a poco, paso a paso...

Y si el viento sopla en contra, yo te seguiré empujando...

Y si despiertas y sientes que el mundo te queda muy grande para seguir, avanza adelante con paso gigante esta vida es para vivir...
Que ya no puedo estar sin ti... Y que si el mundo, mi amigo, se nos echa encima, tendremos abrigo en aquella oscura colina. Y juntos iremos  a paso ligero pensando que el mundo nos importa un bledo... Que aquellos problemas que tanto nos joden se van a la mierda, que la noche es joven y tú.... tranquilo... que juntos caminamos en contra del destino...

Dando y dando vueltas...
Lejos de la gente y de aquella tormenta...
Dando y dando vueltas...
Y no, allí no estabas tú...
Y mientras sopla el viento,
camina y no te pares que sigue pasando el tiempo...
Y mientras, vamos avanzando,
poquito a poco, paso a paso...

Y si el viento sopla en contra, yo te seguiré empujando..."


viernes, 17 de mayo de 2013

Entre la espada y la pared


Nunca me había gustado tanto que me pusiesen entre “la espada y la pared”, aún recuerdo como nos miraban al salir del baño.
17:45 pm y yo ya no sabía ni cómo me llamaba. Hacía apenas 2 horas que empecé a beber y ya no sabía de qué manera disimular lo mucho que me ponías… Aunque bueno, ¿para qué engañarnos? Llevaba mandándote señales toda la tarde y a juzgar por tu manera de actuar parece que no te disgustaba demasiado…  Por fin te atreviste a acercarte, no de manera muy disimulada y me susurraste al oído “¿Te vienes al baño? Es que tengo la boca un poco seca…”
Y ahí estábamos, en la cola del baño… Mientras todo el mundo esperaba su turno tú te dedicabas a jugar con tus dedos a acariciarme por debajo de la falda… Nunca me habían hecho algo así en público, pero he de admitir que me ponía bastante…
Por fin llegó nuestro turno, y nadie se extrañó de que entrásemos los dos juntos al baño, aunque más que entrar me metiste de un empujón… Sentía tu aliento cerca de mi oído y tus caricias sobre mis muslos. “¿No te atreves a subir más arriba?” te dije al ver que me acariciabas… Y comenzaste a tocarme los pechos suavemente para después meter la mano por el escote y pellizcarme los pezones con los dedos… Entonces te dije “no, no, tan arriba no…”  y mientras te daba suaves mordisquitos en el cuello bajaste lentamente acariciando con tus dedos mi barriga hasta comenzar a acariciar más bruscamente por encima de mi falda. Comenzaste a notar lo mojada que estaba y no pareció disgustarte demasiado pues te relamiste mientras me subías la falda y me apoyabas contra la pared. Descendiste suavemente  y me abriste de piernas… Recuerdo como te estiraba del pelo mientras me corría en tu boca.  No sé si lo oyeron los de fuera pero no pude evitar gemir mientras temblaba de placer. Y cuando me fui a recolocar la falda me  susurraste  al oído “No porfa déjame disfrutar un poquito más…”
Y mis manos arañaban tu espalda mientras mis piernas te rodaban y tus embestidas hacían que se moviese la puerta sobre la que estaba apoyada… Pensaba que me ibas a traspasar.
“¿Tienes sed”  preguntaste mientras te apartabas de mí y me sugerías con tu mano que arrodillase…  Y abrí la boca sacando la lengua sensualmente y no tardaste en llenarla con tu semen...
Y volvimos a la fiesta aunque la verdadera fiesta ya había acabado...

domingo, 12 de mayo de 2013

Brevedad

Cuando andamos despacio la vida nos sabe mejor. O quizás es que normalmente andamos tan deprisa que no nos paramos a saborearla.



lunes, 6 de mayo de 2013

Excepción

Normalmente no pienso cuando me follan. Es así. Como mucho pienso en cuál será la siguiente postura, o articulo un par de palabras para decirte que me azotes... 
Pero esa noche había algo más que sexo encima de esa cama. Las miradas, los gestos, las caricias... No me mirabas simplemente, había algo más en aquellas caricias, la situación hablaba por si sola y sin en cambio, nadie articulaba palabra.

No recuerdo como acabó mi sujetador en las escaleras, pero sí que recuerdo como me subiste a la encimera de la cocina mientras me lamías y dabas suaves mordisquitos en los pezones... Entonces me agarré a ti como un mono y me llevaste hasta la cama, donde te tumbaste boca arriba poniendo las manos detrás de la cabeza dejando bien claro lo que te apetecía. Siempre me ha encantado jugar con el glande mientras lanzo una mirada furtiva directa a los ojos... Pero esa mirada más que furtiva fue dulce, tan dulce como lo aquel caramelito que tenía entre los labios...
Y trepé por tu cuerpo hasta llegar a los labios... Mirándote fijamente me acerqué, apenas rozando mis labios con los tuyos, y ahí fue justo cuando bajé las caderas dejando que me penetrases cuando te besé lo más apasionadamente que pude... Trotaba encima de ti sin parar, pero esa noche eras tú el caballo...

No faltaron los azotes, ni aquellos suspiros susurrados al oído que tanto te gustan... Pero tampoco faltó el coqueteo... Ni esas sonrisas que más que placer físico expresaban placer puro, placer del que se siente cuando no miras con los ojos, sino con el alma...

Y no sé cuándo fue exactamente, pero me di cuenta de que no estabas simplemente follándome, que tu polla no era lo único que se metía en mí...

Normalmente no pienso cuando me follan. Pero esa noche hice una excepción...

domingo, 28 de abril de 2013

Tantas cosas por entender.

Desde muy pequeña ya me fijaba en la entrepierna de los chicos. Se me desarrollaron los pechos antes que a todas mis amigas y empecé a masturbarme antes de siquiera saber cómo hacerlo.
Aquella noche de verano era la fiesta de graduación y yo sabía que iba a ser mi primera vez...
Mirando a un lado y a otro observé a los chicos, y sin duda sabía que serías tú el elegido para esa noche...

Me acerqué sutilmente con la copa en la mano colocándote la corbata y susurrándote al oído si te venías conmigo afuera a "tomar el aire".

Una vez fuera ya solo me quedaba el punto final... "Ay, creo que me voy a ir a mi casa, que aún me queda un largo camino y tengo que estar en mi casa en media hora."
Sabía que tenías coche, y sabía que después de ese beso y de ponerte la mano sobre mi escote no podrías evitar acercarme a mi casa... Te indiqué el camino tal y como había planeado para que fuésemos a parar a aquel callejón oscuro...
Me bajé del coche, caminé sutilmente hacia el capó y me quité el vestido blanco, que ya iba estorbando... Y fue cuando me quité el sujetador y me agaché apoyando los pechos contra el capó cuando no pudiste evitar salir de ese coche ya bajándote la cremallera de los pantalones...

Sin cambiar de postura me agarré las nalgas y las separé... No te hizo falta más señal... En cuestión de segundos ya me habías ladeado el tanga y tenías un dedito dentro de mí... Fuiste dilatando poquito a poco hasta penetrarme bien duro...

No pensaba que elegirías ese agujero, pero la verdad es que me gustó mucho... Pero aún más me gustó cuando sentí caer tu semen dentro de mí...

Te retiraste y me diste la vuelta... Me acercaste contra ti y me empezaste a besar mientras con una mano me acariciabas los pechos y la otra me masturbabas...

Aquella noche terminó una etapa de mi vida, el final de un nivel de estudios... Pero comenzó otra... Llena de lujuria y mentiras... Que quizás algún día os contaré.

lunes, 22 de abril de 2013

Sensaciones familiares

Es curioso, pero no se me hizo nada extraño que me besaras aquella noche. Supongo que el haberlo imaginado noche tras noche hizo que todo aquello me resultara familiar...

No recuerdo cuándo ni como salimos del bar, ni la conversación que nos llevó a mi casa, ni si quiera sé como me encontré mirándote fijamente, con tus labios casi rozando los míos... Solo sé que de repente estábamos en mi habitación, tus besos cubrían la piel que desnudabas con tus manos. Te apartaste de mí con esa sonrisa que me vuelve loca...

-Báilame - dijiste mientras te desnudabas y te sentabas en el sillón.

Me levanté de la cama bailando sensualmente mientras me quitaba la ropa interior, que es lo único que me habías dejado puesto. Me dirigí al cajón de mi mesita y saqué unas esposas de juguete... "Las manos a la espalda"... Y casi sin que te dieras cuenta te tenía atado y estaba sentada encima de ti... Moviendo las caderas mientras te rozaba la cara con los pechos... "No te has portado nada bien..." decía mientras te daba pequeños golpes con ellos en la cara.

-Desátame, necesito agarrarlos... - dijiste jadeante y con la voz entrecortada.

Pero aquello no terminaría ahí. Te levanté del sillón y te tumbé en la cama. "Ahora saca esa lengua, que tienes trabajo". Y me senté abierta de piernas encima de tu cara...
No te dejaba lamer casi, ya que movía mis caderas para rozarme con tus labios y tu nariz... El placer llegó a tal punto que un orgasmo recorrió todo mi cuerpo... Pero aún quería más... Por eso bajé hasta tu entrepierna... Creo que no hace falta dar más detalles...

Ahora noche tras noche lo recuerdo, vuelvo a vivirlo en mi mente... Contando las horas para volver a tenerte entre mis piernas y sobretodo, sentir ese beso que, aunque familiar, siempre será único.




domingo, 21 de abril de 2013

Despertador

"¡¡¡Meeeeeee!!!"

8:10 a.m. No soy persona y acaban de llamar al timbre de mi casa. No sé si levantarme a abrir o dejar que fundan el timbre.
(...)
Ante su insistencia he tenido que levantarme con más pereza que cuerpo arrastrando los pies hasta el telefonillo... "¿Sí?"

-Soy yo.

No me ha hecho falta que especifique, estoy segura de que es Adrián y que no puede dormir... Pues esta vez no va a conseguir nada, estoy demasiado cansada...
Portazo y pasos rápidos y contundentes hacia mi habitación:

-¿Qué haces dormida? Vamos sal de la cama que te he traído un regalo... - me dice con una cara de salido que no le cabe en la cabeza.

No me queda otra, tengo que levantarme y coger ese bote de nata que tiene en su mano derecha... Me agacho y le bajo los pantalones y los bóxers a la vez... Dejando que su pene se apoye en mi cara para, sin tocarlo abrazarlo entre mis labios mientras le echo nata...

-Que no quede nada ¿eh? - dices.

Y no ha quedado. "Ya sabes que yo por las mañanas me despierto muy golosa..."
Soltando un pequeño ronroneo y dejando el bote de nata en tu mano me tumbo en la cama, no antes de quitarme toda la ropa.
Sabía que me llenarías los pechos de nata, al igual que sabía que no dejarías ni gota mientras me masturbabas... Lo que no me esperaba es que te subieses encima de mí y posases tu pene entre mis pechos... "¿Qué mosca te ha picado?"

-Anda, júntalos con las manos... Porfa.-dices con una carita de niño triste, sabiendo que no me puedo resistir.

Creo que te has llegado a mover incluso más rápido que cuando estás dentro de mí. Se me han hecho unos segundos aunque sé que han sido varios minutos lo que has tardado el llenarme la cara y el cuello de semen.

-Límpiate, que ahora te toca a ti.

Apenas entro en la habitación y me tumbas en la cama, me abres de piernas y empiezas a usar la lengua tan bien como siempre.

-Quiero que grites, ¡vamos! - dices mientras me agarras las nalgas con las manos.

Y los vecinos se despiertan con el sonido de mi orgasmo, despertador que muchos quisieran tener.



jueves, 18 de abril de 2013

Calcetines

Te sientes creador de algo bueno. Plantas esa semilla con esperanza y la riegas día a día... ¿Para qué? Si luego vas a quemar el arbusto entero... Piensas "no me voy a desesperar" e intentas que todo sea normal... Que todo parezca normal. Pero te sientes una persona despreciable, que abrió mil puertas para cerrarlas todas de un portazo, que se dedicó a repartir esperanzas que estaban destinadas al fracaso.

Y entonces te replanteas tantas cosas... Si merece la pena el camino, cómo lo caminas o con quién lo caminas. Si has tomado el camino correcto, o si quizás deberías haber cogido un atajo...

Y piensas en el mañana, en el paso que has de dar...

Y te organizas los sentimientos como si de calcetines en un cajón se tratase...

Y no te arrepientes de nada pasado...

Y empiezas a arrepentirte de cosas que no harás en un futuro...

¡Vamos coño! Es lo primero que se te viene a la cabeza por las mañanas. Y te mueves por el mundo tan feliz.

De vez en cuando abres el cajón, eliges un calcetín y te lo pones... Sabiendo que hay calcetines que se quedarán siempre encerrados...

Y piensas... Que a veces es mejor andar descalza.

lunes, 8 de abril de 2013

Indirectas muy directas


Era ya muy tarde y yo debía marcharme a casa, pero tú insististe en llevarme en tu coche. Bajamos al parking y todo estaba oscuro… Sentí como me agarrabas la mano para guiarme entre los coches, pero cada vez andabas más lento hasta que te paraste en frente de un coche y te acercaste a mí agarrándome por la cintura. Me acariciabas el pelo mientras tu boca me susurraba al oído “¿Por qué no terminamos la noche por todo lo alto…? ¿O prefieres que termine debajo de tu falda?”
Empecé a besarte el cuello mientras te acariciaba el paquete, que ya se notaba lo suficiente como para saber cómo iba a terminar la noche… Me cogiste y me sentaste encima del coche con las piernas abiertas y sin parar de lamerme el escote… Me quité la camisa mientras tú te bajaste los calzoncillos y pantalones. No me diste tiempo a quitarme la falda, me la subiste y me ladeaste el tanga…
Pensaba que me ibas a penetrar en ese mismo momento, pero me equivocaba.  Me pusiste los dedos en la boca sugiriendo que los lamiese, y así lo hice. Bajaste la mano y empezaste a acariciarme suavemente mientras me besabas casi con la misma suavidad y hacías que me estremeciese. Con la otra mano acariciabas mis pechos y pellizcabas mis pezones y yo quería que me penetrases en ese mismo momento… “Penétrame” te susurré al oído… Pero te negaste y me empujaste un poco para que bajase del capó. Ante tu negativa de penetrarme tuve que intentar convencerte y me arrodillé en el suelo para introducirme tu pene en la boca… Lo hice suave, despacio… Mi lengua juguetona jugueteaba con tu glande mientras tú luchabas por no suspirar tan fuerte como para despertar a los vecinos. Entonces me puse el pene entre los pechos y comencé a jugar, para que tú te volvieses aún más loco y deseases penetrarme…
Entonces me agarraste, sabía que querías hacerlo… Pero te frené y te dije “por detrás, por favor…” No pareció disgustarte la idea y cuando me apoyé contra el coche no tardaste en abrirme las nalgas y penetrarme… Suave…
“Azótame… Agárrame los pechos...”
“Nunca he besado una piel tan suave… Nunca me he sentido tan adentro…  Agáchate  más princesa… Quiero oír como tus pechos rebotan contra el capó del coche…”
Y me llené de ti… Quizás poco después de sentir un orgasmo que recorría todo mi cuerpo.

Naturaleza



Aún tengo las rodillas peladas del roce de la tierra...
No entiendo como me dejé convencer para terminar tirados en aquel bosque alejado de la mano de Dios. Recuerdo como entre risas y juegos de miradas me cogiste de la mano y me sacaste de aquel bar, y huimos de aquel bullicio en tu coche. Yo pensaba que me llevarías a tu casa, o quizás a alguna calle oscura. Quién me iba a decir a mí que te saldrías del pueblo, y seguirías aquel camino hasta llegar a ese bosque oscuro que más que morbo me daba miedo. Paraste el coche, me besaste suavemente en los labios y seguidamente me hiciste un gesto para que me bajase del coche. Me negué, tenía miedo y no me apetecía nada hacerlo en aquel bosque. pero tú diste la vuelta, abriste la puerta afirmando que no pasaba nada y me sacaste del coche en tus brazos. Paramos delante de un árbol y me apoyaste sobre él para empezar a besarme y a acariciarme los pechos. Yo oía muchos ruidos que me provocaban pequeños sustos y tú me acariciabas el pelo mientras me susurrabas al oído que estuviese tranquila, que tú estabas ahí para protegerme. Ese rollo de niña inocente asustada te debió gustar mucho porque no tardé en notar tu erección contra mí.
Me quitaste el vestido mientras me repartías besos por el cuello, el escote... No hizo falta nada más que desabrocharte el botón y la cremallera de los pantalones para que te los quitases junto al bóxer... Me agarraste por el culo y me subiste contra el árbol para penetrarme. Empezaste muy suavemente para luego darme mucho más duro poco a poco. Mi boca te susurraba los suspiros de placer mientras te acariciaba con la lengua y te pegaba pequeños mordisquitos en el lóbulo de la oreja. Entonces me bajaste y ten sentaste en el suelo con la espalda apoyada en el árbol y me sugeriste que me sentase encima de ti. Me abrí de piernas y me puse mirando hacia ti. Me movía ágil mientras te golpeaba la cara con mis pechos te pedí que me dieses unos azotes. No tardaste mucho en llegar al orgasmo. A mí me faltaba un poco, pero me volviste a coger en brazos, me apoyaste contra el capó del coche, me abriste las piernas y empezaste a usar tu lengua solo como tu bien sabes. Mis suspiros despertaron a todos los animalillos de aquel bosque a la vez que resonaban las patadas que daba contra el capó...

Sabes que siempre voy a ser esa niña asustadiza que hay que castigarla con unos azotes para que se porte bien...