lunes, 15 de julio de 2013

Apagón

No puedo evitar acordarme de tu reflejo penetrándome cada vez que me miro en algún espejo...

Lo recuerdo todo perfectamente, era una tarde como esta: calurosa y aburrida, y decidí darme una vuelta por el centro comercial.
Había bastante gente, que yo creo que estaban ahí más por el aire acondicionado que por las propias tiendas. Y ya aburrida de no ver nada decidí bajar a por el coche al parking...

Fue en a puerta del ascensor donde te encontré, ahí paradillo y mirándome de reojo las piernas y el vestido. Me ofreciste caballerosamente que pasase primero y yo te respondí con una sonrisa.
Ya dentro del ascensor no mantuvimos ninguna palabra hasta que de repente se paró de golpe y se apagaron las luces, quedando la luz de emergencia encendida con la que, la verdad, se veía bastante bien.

"Se ha tenido que ir la luz"

Y nos quedamos en silencio, escuchando las voces de la gente del centro comercial, y algún que otro grito.
Te acercaste poco a poco y me susurraste al oído

"Qué bien te sienta ese vestido."

Y cogí tu mano para colocarla en mi culo por debajo del vestido. Debió de gustarte porque lo agarraste con fuerza y te colocaste delante de mí.

"Si parece que eres una niña muy traviesa..."

Y me empujaste contra ti, besándome y acariciándome el cuello suavemente. Notaba claramente tu erección y también que aquello que sentía entre las piernas no era sudor... Comenzaste a darme besitos en el cuello y pequeños mordiscos en la oreja que me hicieron coger tu mano y meterla en mi entrepierna que ya estaba muy mojada...

Hundiendo el dedo en el tanga empezaste a masturbarme mientras yo no podía parar de suspirar. Me sacaste una teta por el escote del vestido y empezaste a morderme el pezon mientras tu mano cada vez estaba más dentro.

"Tienes los muslos chorreando"

Y me agarraste por el culo y me subiste encima de ti, apoyando la espalda contra la pared y agarrándome a tu cuello. Primero me penetraste muy suave, para luego empezar poco a poco más duro.
Pero cuando estabas a punto de correrte me bajaste y me pediste que me pusiese de rodillas.
Abrí la boca y comencé a masturbarte, y no tardaste mucho en dejarme la cara llena de semen.

Pero aún no habíamos terminado, te cogí del hombro y te invité a que tú también te arrodillaras para que empezases a beber un poquito de mí.

Y recuerdo cómo alcancé el cielo con una pierna sobre tu hombro, mientras tu otra mano me agarraba el culo.

No tardó mucho en volver la luz. Al salir del ascensor me guiñaste el ojo y acariciaste la cara con un gesto muy tierno.

Pero la ternura no había tenido sitio entre aquellas 4 paredes.



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domingo, 7 de julio de 2013

Inmortalizando momentos

Eran ya las 6 de la mañana y yo aún no tenía ganas de irme... Pero ante tus insistencias tuve que despedirme de todos y salir del bar. Iba rezagada y arrastrando los pies... Me sabía mal irme tan pronto solo porque no te quedabas tranquilo si no me acompañabas...

"Va, alegra esa cara, si sabes que lo mejor de la noche es la despedida..."

Dijiste. Pero no, esa noche nos íbamos a quedar sin polvo de despedida, estaba mi casa llena de gente que había venido por la feria...
Me agarraste por la cintura mientras me dabas besitos en la cabeza, tornando más lento el paso y empujándome para cruzar la calle.
Vi como mirabas fijamente algo y decías

"¿Qué te parece? ¿Nos llevamos un recuerdo de esta noche?"

Y vi el fotomatón. No pude evitar soltar una carcajada mientras te lancé una mirada incrédula. Pero ya me estabas empujando y en menos que canta un gallo ya estábamos los dos metidos dentro.
Te sentaste en el pequeño taburete y me indicaste que me sentase encima de ti.
Me puse coqueta, sonriendo y arreglándome el pelo, mientras tú corrias la cortina y me agarrabas por la cintura.

"Ay, estate quieto, que vamos a salir movidos..."

Pero antes de que terminara la frase ya estabas acariciando mis muslos y dándome besos en el cuello. No tardé en notar tu erección, y tus manos no tardaron en subirme lentamente el vestido. Sentí como buscabas mi entrepierna con una mano mientras estrujabas mis pechos con la otra... Tu aliento acompañaba a tus dientes en mi oreja...

"Levanta un poco el culete anda"

Y al levantarme me subiste el vestido y agarraste el culo con las dos manos para abrírmelo bien. Lo estuviste masajeando un rato hasta que decidiste bajarme la cremallera del vestido y dejar que se cayera al suelo.
Entonces me empujaste contra el cristal, chafando todas mis tetas contra él y agarrando bien mis nalgas  para acariciarme entre ellas con algo que ya conocía muy bien...

"¿La quieres dentro?"

No te hizo falta mucha señal para hacer que mis tetas empezaran a rebotar contra ese cristal mientras suspiraba con la cara pegando a una de las estrechas paredes de ese fotomatón.

"Azótame..."

Y así, con una mano me azotabas y con la otra me agarrabas las tetas, pellizcandome los pezones mientras me lamías la espalda intentando hacer el mínimo ruido posible...
Paraste, y te sentaste en aquel taburete, para dejarme que ahora fuese yo la que tomara las riendas. Me abrí de piernas encima de ti y me senté delicadamente para empezar a trotar cada vez más rápido...
Mis tetas te rebotaban en la cara y tú no sabías donde poner las manos...

"Tus manos, ahí."

Dije mientras te coloqué las manos en mis nalgas y las apreté y separé. Seguí cabalgando mientras te mordía el cuello.

"Ponme las tetas en la cara..."

Y no me hice de rogar, aumentando el ritmo hasta que ya no aguantaste más y me levanté muy rápido para que pudiseses derramar tu semen encima de mí...

Salimos sudando de aquel fotomatón mirando para todos sitios para ver que nadie nos había visto...
Pero lo único que encontramos fue silencio. Me diste un  beso y  te volviste para coger las fotos tan peculiares que nos habíamos hecho, pero para nuestra sorpresa habían desaparecido todas...

Y así la noche quedó inmortalizada, ya no en las manos de un desconocido, sino en nuestros cuerpos.