viernes, 17 de mayo de 2013

Entre la espada y la pared


Nunca me había gustado tanto que me pusiesen entre “la espada y la pared”, aún recuerdo como nos miraban al salir del baño.
17:45 pm y yo ya no sabía ni cómo me llamaba. Hacía apenas 2 horas que empecé a beber y ya no sabía de qué manera disimular lo mucho que me ponías… Aunque bueno, ¿para qué engañarnos? Llevaba mandándote señales toda la tarde y a juzgar por tu manera de actuar parece que no te disgustaba demasiado…  Por fin te atreviste a acercarte, no de manera muy disimulada y me susurraste al oído “¿Te vienes al baño? Es que tengo la boca un poco seca…”
Y ahí estábamos, en la cola del baño… Mientras todo el mundo esperaba su turno tú te dedicabas a jugar con tus dedos a acariciarme por debajo de la falda… Nunca me habían hecho algo así en público, pero he de admitir que me ponía bastante…
Por fin llegó nuestro turno, y nadie se extrañó de que entrásemos los dos juntos al baño, aunque más que entrar me metiste de un empujón… Sentía tu aliento cerca de mi oído y tus caricias sobre mis muslos. “¿No te atreves a subir más arriba?” te dije al ver que me acariciabas… Y comenzaste a tocarme los pechos suavemente para después meter la mano por el escote y pellizcarme los pezones con los dedos… Entonces te dije “no, no, tan arriba no…”  y mientras te daba suaves mordisquitos en el cuello bajaste lentamente acariciando con tus dedos mi barriga hasta comenzar a acariciar más bruscamente por encima de mi falda. Comenzaste a notar lo mojada que estaba y no pareció disgustarte demasiado pues te relamiste mientras me subías la falda y me apoyabas contra la pared. Descendiste suavemente  y me abriste de piernas… Recuerdo como te estiraba del pelo mientras me corría en tu boca.  No sé si lo oyeron los de fuera pero no pude evitar gemir mientras temblaba de placer. Y cuando me fui a recolocar la falda me  susurraste  al oído “No porfa déjame disfrutar un poquito más…”
Y mis manos arañaban tu espalda mientras mis piernas te rodaban y tus embestidas hacían que se moviese la puerta sobre la que estaba apoyada… Pensaba que me ibas a traspasar.
“¿Tienes sed”  preguntaste mientras te apartabas de mí y me sugerías con tu mano que arrodillase…  Y abrí la boca sacando la lengua sensualmente y no tardaste en llenarla con tu semen...
Y volvimos a la fiesta aunque la verdadera fiesta ya había acabado...

No hay comentarios:

Publicar un comentario