miércoles, 18 de septiembre de 2013

Vuelta al cole

Me diste la mano y me llevaste al cielo... A aquel maravilloso cielo que solo conocemos tú y yo...

Qué deprisa pasa el tiempo. Tan deprisa que a veces seguimos esperando cosas que pasaron hace tiempo, que ya disfrutamos y sabemos que nunca más van a volver a pasar.

7 de septiembre, era una mañana calurosa y el bullicio por los pasillos de la facultad no me podía hacer desconectar de aquellos pensamientos que año tras año me he repetido a principio de curso...

Y ahí estabas, tan perfecto como siempre. No sabía qué hacer, si darte dos besos, saludarte o simplemente pasar de largo mostrándote una leve sonrisa. Pero no hizo falta que yo me acercara, este año te decidiste tú a acercarte y saludarme.
Recuerdo como me agarraste por la cintura y me acercaste sutilmente a ti para darme dos besos y susurrarme al oído

"Buenos días encanto."

Aquellas palabras me supieron raras, como si no estuviesen echas para mí. Debía de haber un problema, debías de estar confundido o algo... Y no pude articular palabra. Mi sonrisa y sonrojadas mejillas tuvieron que ser suficiente para que me agarrases por encima del hombro y me hicieses que me encaminase junto a ti hacia el aula.

Apenas podía pensar, cada paso que daba sentía que me iba a despertar en cualquier momento de un sueño, pero no fue así.
Ya en el aula nos sentamos juntos y aunque yo no sea muy buena en percibir esas cosas me daba la sensación de que querías compartir conmigo algo más que el sitio en aquella sala.

Y lo pensé. Llevaba muchos años bajando la cabeza por todo, creyéndome menos que nadie y resignándome. Pero aquel día algo quiso que yo fuese la protagonista. Así que tome la iniciativa y comencé a entrar en el juego...
Aquel discurso del decano era interminable y como todos los años la gente empezó a coger los móviles y demás a la mitad para distraerse. Así que yo decidí coger algo también...
Mi mano se coló por debajo de la tuya empecé a acariciarte el muslo susurrando

"Podríamos hacer más interesante este rollazo..."

Y a juzgar por tu sonrisa parecía que no te disgustaba...

Empezaste a acariciarme la mano que tenía ya encima de tu entrepierna, te acercaste a mi oído y me diste un pequeño mordisco en la oreja. Mordiéndome los labios y acariciándote más fuertemente empecé a notar como se empapaba mi tanga...

Pero había algo mucho más especial al margen de todo aquello sexual... Sentía como me acariciabas la mano, como, después de tantos años, me mirabas a mí, me dedicabas cada una de aquellas sonrisas... Y nuestros rostros se acercaron lentamente hasta casi rozar una nariz con la otra...
Pero de repente el bullicio de la gente levantándose nos hizo volver a la realidad.

"Te espero en el baño."

Y disimuladamente recogí mis cosas y me despedí, poniendo camino a un destino que por primera vez me sonreía.

Entré con cierta vergüenza, pues nunca había entrado al baño de chicos, pero antes de siquiera pensarlo estaba sentada encima del baño con los pantalones bajados y tu cabeza entre mis piernas...
Recuerdo que te arañé todos los hombros mientras el movimiento de tus labios y tu lengua me hacía suspirar una y otra vez.
Y cuando estaba a punto de correrme paraste y me miraste, con cara de niño bueno... Y empezaste a acariciarme el clítoris con la nariz mientras con tu lengua dibujabas pequeños circuitos y me subías al cielo...

Pero de nuevo paraste y me cogiste por la cintura para ponerme contra la puerta.
Las embestidas hacían que todas las paredes del baño retumbasen.

Y comencé a susurrarte al oído pequeños suspiros de placer, te mordía el cuello y agarraba tu espalda con mis uñas para no deslizarme.

"Ponte de rodillas cariño..."

Me acaché poniendo cara de niña buena, mordiéndome la punta de un dedito y juntándome las tetas con los codos para que derramases encima de mí todo tu semen...

Pero ahí no había acabado todo. Me apoyé con las manos en la pared, agachada, abriéndome de piernas, mientras tú sentado en el suelo hicistecon tu lengua que besase las nubes...

Y antes de salir me diste la mano y me acercaste a ti. Acercamos nuestros rostros hasta el punto de sentir nuestros alientos sobre los labios...

"Llevaba años esperando esto..." dijiste.

Y entendí que todo lo que tiene que pasar pasa. Que a veces creemos que algo no va a llegar y ese algo está deseando entrar en nuestras vidas. La felicidad, el amor, la paz... O una simple sonrisa.
Entendí que a veces no hay que esperar que sucedan las cosas, ni tampoco hay que hacer que sucedan... Simplemente tenemos que disfrutar de las que ya están sucediendo porque no merece la pena perderse una bonita tarde por estar esperando una noche aún más bonita...

Disfrutad de lo que tenéis ahora, pues no sabéis si lo que ahora estáis viviendo dentro de poco se convertirá en lo más bonito de vuestras vidas.

Y, como sé que deseáis saberlo, nos fundimos en un beso, mientras nuestras manos entrelazadas nos unían con más fuerza que cualquier cadena.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Oooh la feria!

Guardo muchos recuerdos de la feria de Albacete, pero sin duda el mejor es el que voy a contar a continuación...

Eran apenas las 2 de la madrugada y el botellón estaba ya hasta la bola. Cada trago de bebida fría se deslizaba por mi garganta haciendo poco a poco que empezase a desinhibirme... Llevaba toda la noche viendo como me mirabas el escote. Al principio disimulabas, pero después de un par de cubatas ya solo te faltaba acercarte para verlas mejor...
Entonces me sacaste la lengua y te diste la vuelta, alejandote de todos, y no pude evitar seguirte...
Salimos del bullicio.

"Pillame si puedes."

Y echaste a correr hasta un callejón oscuro.
Allí te quedaste parado, mirándome fijamente y sonriendo.

"¿A qué juegas?"

Y no hizo falta decirte nada más... Te acercaste despacito, acariciándome el pelo y aproximando tus labios a los mios... Pero justo cuando estabas a punto de besarme bajaste a la altura del cuello y empezaste a darme mordisquitos mientras habías introducido la mitad de tu mano entre mis pechos. Empecé a notar la humedad en mi entrepierna y bajé mi mano hasta tu paquete. Te desabroché los pantalones y los bajé junto a los calzoncillos, para después arrodillarme y jugar con mi lengua y mis tetas, que a juzgar por tus suspiros no lo hacía nada mal... Comencé a arañarte los muslos mientras jugabas con mi pelo suspirando gracias al movimiento de mis labios y mi lengua alrededor de tu polla...
Y a pesar de que yo no quería, derramaste tu semen por toda mi boca callendo también por el cuello y la cara...
Pero ahí no había terminado todo. Estaba demasiado caliente y tenía que llegar hasta el final, por lo que me senté en el capó de un coche, abriendome de piernas y subiendome la falda. El tanga dejaba poco a la imaginación, estaba tan mojado que marcaba toda la silueta. Y te invité a que bebieses de mí...

Recuerdo que pasaba gente mientras me corría en tu boca...

Desde entonces la feria para mí tiene un sabor distinto...

Cal y arena

De pronto un día abres los ojos, miras a los lados y todo ha cambiado.
¿Qué podemos hacer por nosotros mismos en este momento? Miramos al futuro, hacemos planes y nos esforzamos por intentar tomar las mejores decisiones para ser felices. Y a veces nos equivocamos, gravemente. Y dejamos de mirar al futuro, empezamos a obsesionarnos con el pasado, con aquella decisión, pensamos en las múltiples decisiones que podriamos haber tomado e imaginamos un presente (que ya no futuro) diferente. Pero ¿de que nos sirve eso?
Aunque para mi una de las cosas mas sorprendentes es que, con tanto esfuerzo con el que luchamos por intentar "cambiar el destino" y ser felices, y lo mucho que nos preocupa el hecho de que una decision u otra nos perjudique en un futuro, luego somos nosotros mismos los que dejamos en manos del azar algunas de las decisiones mas importantes que hay en la vida...

El negativo y resignado vive en el pasado, el positivo y ambicioso vive en el futuro y el realista vive en el presente.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Noria

Muchas son las veces que he pensado que me estoy volviendo loco...

Me despierto por la mañana y lo primero que hago es pensar en ella. Salgo a la calle, voy tranquilamente andando y de pronto se me viene a la cabeza su imagen... y a pesar de que muchos días consigo no pensar en ella en todo el día, siempre llega la noche.
La cama, esa gran trampa. Porque te acuestas para desconectar, para dormir y no pensar... Pero de pronto te pones a pensar y no puedes dormir. Empiezo a recordar cosas que no tienen relación con ella para siempre terminar con su imagen en mi cabeza.
Una vuelta...otra vuelta, y sigue ahí.
Y pienso en todo y a la vez en nada... porque no la veo a ella, veo su pelo, siento su aroma... Es como un sueño pero con consciencia de su inexistencia... Porque la veo pero no puedo acercarme, no tocarla, ni gritarle... Solo puedo imaginármelo todo, pero siempre siendo consciente de que ahí no esta...
Por eso otra vuelta más, y otra y otra... Y le grito interiormente a mi cabeza para que duerma....
Y de pronto tristeza, y de pronto alegria...
Y otra vuelta y otra vuelta....

Y entonces empiezo a soñar, mas ya feliz, pues aunque sueño todo lo que pueda imaginar, ya no soy consciente de que no es real...

Pero si en mitad de la noche me despierto, no hay quien me libre de otra noria...

¿Enamorado? ¡Por favor! No digáis tonterías... Estoy sumido en la más dulce y profunda de las locuras.