lunes, 11 de julio de 2011

Historias de una sexcalera IV

Otra vez y otra vez… ¿Es que no pueden parar ni un solo día? En el sótano, en el ascensor… Y por no hablar de cuando lo hacen en su casa, que se dejan todas las ventanas abiertas y es prácticamente imposible no escuchar los gemidos… Mi nombre es Roberto y soy un vecino furioso, bueno, furioso… Mejor dicho envidioso, aunque hay que decir que sin mis dos queridos vecinos mi vida sería mucho más aburrida. El otro día oí los gemidos de esa adorable muñeca en el sótano, quise bajar a decirles que pararan pero no pude, lo primero por la erección de caballo que tenía y lo segundo porque yo también quería disfrutar. Me masturbé como hacía años que no lo hacía, y en ese momento decidí que ellos me iban a ayudar a salir de esta rutina de pornografía en la que estaba metido, para contemplar sexo en directo, o por lo menos para oírlo. Los gemidos de esa nena es que me vuelven locos, la otra noche me acosté después de haberme masturbado oyéndola gemir en el piso del vecino, tuve un sueño que no voy a olvidar fácilmente…
Yo estaba tumbado en el sofá, y ella apareció saliendo de mi cocina con un delantal… Solo con el delantal. Le dije “Nena, ¿qué me has preparado para cenar?” Ella no dijo nada, solo me llevo a mi habitación, me tumbó en la cama y se sentó encima de mi cara con las piernas abiertas, con ese precioso manjar en mis labios ¿Quién podía resistirse? Comencé a comer con un gusto que jamás había sentido mientras con una mano me masturbaba. Pasado un rato, le dije que si ella no cenaba a lo que me contestó “yo ceno poco, un poco de leche y a la cama” y me puso una sonrisita dulce. No tardó en quitarse de encima de mi boca y bajar hasta mi pene, comenzó a succionarlo y acariciarlo… Sus labios, lengua y manos se movían de una manera tan rítmica y maravillosa que no podía más de la excitación, la quité de mi pene y la tumbé y la abrí de piernas, comencé a penetrarla rápida y bruscamente y…
...me desperté. Estaba encima del sofá, sudado y me había corrido. Me limpié, esa noche no me iba a hacer falta masturbarme más veces….
¡Un momento! Los estoy oyendo, si, están en casa de ella, y desde la ventana de mi baño se ve perfectamente su habitación, apaguemos luces, escondámonos detrás de las cortinas que va a empezar la función…

miércoles, 6 de julio de 2011

Historias de una sexcalera III

No pude esperar a las 9, me estuve masturbando toda la tarde... Tenía miedo de que llegase la hora y no me quedasen fuerzas, pero cuanto más me acariciaba más ganas tenía de que lo hiciese él...
Llegaron las 9, y fui a su casa, me había puesto un vestido corto con un escote bastante generoso, unas sandalias y el pelo suelto, no me había maquillado, me gusta ir natural, no considero que tenga que ponerme potingues en la cara para parecer atractiva.
Me abrió la puerta, no estaba arreglado, llevaba unos pantalones de chándal y una camiseta negra de uno de mis grupos favoritos. Me invitó a pasar al salón y me senté en una mesa en la cual había un centro de frutas grandísimo, al parecer esa era la cena. Se presentó y me dio un beso en los labios y dijo "No beso a ninguna chica sin saber si folla bien, lo siento". Eso supongo que significaba que yo follaba bien, si no no sé que hacía yo ahí. Se sentó enfrente de mí y comenzó a comer un trozo de fruta de manera muy sensual, yo le seguí el royo y comencé a comer también. Al poco tiempo se levantó, tenía una erección de caballo pues se le notaba muy bien con los pantalones de chándal. Fue a la cocina y trajo un bote de nata, comenzó a echarle a la fruta pero se lo quité y lo dejé en la mesa. Le bajé los pantalones y los calzoncillos y le hice que se sentara en el sofá. Cogí el frasco de nata y se la eché en el pene y los muslos, le dije "es que soy muy golosa" y me agachó la cabeza hacia la nata y comencé a tragar rápidamente... Cuando ya no quedaba nata me levanté y me quité el vestido poco a poco, mientras él, sentado en el sofá, se masturbaba viéndome. Me quité el tanga, pero no el sujetador, eso se lo dejé a él... Me senté sobre él, con las piernas abiertas, su entrepierna estaba pegajosa de la nata, y comencé a besarlo apasionadamente mientras él, que ya no llevaba la camiseta, intentaba desabrocharme el sujetador... Me lo quitó y empezó a lamerme y apretarme los pechos de una manera muy brusca, de repente cogió la nata y los roció con ella, no tardó ni 10 segundos en comérsela toda, "¿tienes hambre, eh?" le pregunté. Y me levantó y me sentó abierta de piernas en el sofá mientras el se arrodillaba y me dijo "no sabes cuanta..." Y comenzó a lamerme el clítoris y a meterme los dedos, estaba tan caliente que pensaba que me iba a correr en ese momento, pero paró y se puso un condón, y me penetró de una manera salvaje, los pechos me botaban al ritmo de sus caderas y yo no paraba de gemir y gritar mientras él se mordía los labios... Cuando llegó el momento del clímax me sacó el pene y se quitó el condón, me lo puso en la barriga y tocándose se corrió en mí... No dijo nada salvo "ahí está el baño". Lo cual me sentó un poco mal pues yo no había llegado a correrme pero no me importó, porque empecé a masturbarme delante de él, bajo su atenta mirada, hasta que me corrí. Fui al baño, me limpié y me acerqué a él, el cual me dio un pico y me sonrió, seguidamente me marché sin decir nada.

viernes, 1 de julio de 2011

Historias de una sexcalera II

Otra noche, el mismo calor, pero esta noche estaba más caliente que nunca... El hecho de pensar en lo de la noche anterior me excitaba muchísimo... Eran las 4 menos 5 y llevaba ya media hora asomada a la ventana, estaba con el camisón de la noche anterior, y me había puesto un tanga muy provocativo... Vi como se abría la ventana y mi corazón comenzó a latir rápidamente, se asomó el chico de la noche anterior, me guiñó un ojo y susurró "baja al sótano" y cerró la ventana. No me lo pensé dos veces y cogí las llaves y bajé derecha al sótano... Allí se estaba fresquito y oscuro, encendí la luz, había muchos trastos de los vecinos, avancé un poco y la puerta se cerró a mis espaldas... Era él, iba con unos pantalones cortos y unas sandalias, cerró la llave y se acercó a mí. Me agarró fuerte por la cintura, yo pensaba que iba a besarme, pero no, no lo hizo, ni pensaba hacerlo en toda la noche. Me agarró fuertemente el culo, y metió un dedo por la rajita... Lo subía y lo bajaba lentamente, mientras notaba su erección que se me clavaba en mi entrepierna. Me agarró por el culo con las dos manos y me subió encima de el, comenzó a morderme el cuello mientras con sus dedos me acariciaba la entre pierna. De repente me sentó encima de una mesa que había y me quitó el camisón, comenzó a acariciarme y morderme los pechos mientras acariciaba también mi entrepierna, yo estaba muy húmeda y quería que me penetrase. Entonces lo aparté, le bajé los pantalones y los calzoncillos y no me lo pensé dos veces y comencé a chuparsela y a acariciarle los huevos, conforme movía la cabeza mis pechos votaban y eso parecía gustarle pues lo vi sonreír... Empecé a aumentar la velocidad y me dijo "para fiera, ¿no querrás que termine ya?" y me volvió a tumbar sobre la mesa y me abrió las piernas. Noté como me metía la lengua, como succionaba mi clítoris... Justo antes de que me corriera se levantó y se sentó en mi barriga, puso su pene entre mis pechos y comenzó a follárselos lentamente... Yo jugaba con mi lengua, cuando se acercaba su pene a mi cara lo lamía un segundo, hacía como si lo fuese a morder. Él, viendo que soy muy golosa me lo acercó a la boca y yo como si se tratase de un chupachús comencé a chuparle la punta, lentamente, mientras le acariciaba todo el cuerpo con mis manos... Estaba tan excitado que se corrió en mi boca mientras se la chupaba... Entonces le dije "Y yo ¿qué?" y se bajó de encima de mi y comenzó a masturbarme de una manera muy brusca, pero me gustaba, no tardé en correrme y mis suspiros se tuvieron que oír en todo el edificio. No me besó en toda la noche, es algo que me sorprendió la verdad, pero me lo pasé genial, antes de irme me dijo "mañana sube a mi casa, que te voy a dar de cenar, a las 9". Me guiño el ojo y se fue...