Te sientes creador de algo bueno. Plantas esa semilla con esperanza y la riegas día a día... ¿Para qué? Si luego vas a quemar el arbusto entero... Piensas "no me voy a desesperar" e intentas que todo sea normal... Que todo parezca normal. Pero te sientes una persona despreciable, que abrió mil puertas para cerrarlas todas de un portazo, que se dedicó a repartir esperanzas que estaban destinadas al fracaso.
Y entonces te replanteas tantas cosas... Si merece la pena el camino, cómo lo caminas o con quién lo caminas. Si has tomado el camino correcto, o si quizás deberías haber cogido un atajo...
Y piensas en el mañana, en el paso que has de dar...
Y te organizas los sentimientos como si de calcetines en un cajón se tratase...
Y no te arrepientes de nada pasado...
Y empiezas a arrepentirte de cosas que no harás en un futuro...
¡Vamos coño! Es lo primero que se te viene a la cabeza por las mañanas. Y te mueves por el mundo tan feliz.
De vez en cuando abres el cajón, eliges un calcetín y te lo pones... Sabiendo que hay calcetines que se quedarán siempre encerrados...
Y piensas... Que a veces es mejor andar descalza.
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