Me diste la mano y me llevaste al cielo... A aquel maravilloso cielo que solo conocemos tú y yo...
Qué deprisa pasa el tiempo. Tan deprisa que a veces seguimos esperando cosas que pasaron hace tiempo, que ya disfrutamos y sabemos que nunca más van a volver a pasar.
7 de septiembre, era una mañana calurosa y el bullicio por los pasillos de la facultad no me podía hacer desconectar de aquellos pensamientos que año tras año me he repetido a principio de curso...
Y ahí estabas, tan perfecto como siempre. No sabía qué hacer, si darte dos besos, saludarte o simplemente pasar de largo mostrándote una leve sonrisa. Pero no hizo falta que yo me acercara, este año te decidiste tú a acercarte y saludarme.
Recuerdo como me agarraste por la cintura y me acercaste sutilmente a ti para darme dos besos y susurrarme al oído
"Buenos días encanto."
Aquellas palabras me supieron raras, como si no estuviesen echas para mí. Debía de haber un problema, debías de estar confundido o algo... Y no pude articular palabra. Mi sonrisa y sonrojadas mejillas tuvieron que ser suficiente para que me agarrases por encima del hombro y me hicieses que me encaminase junto a ti hacia el aula.
Apenas podía pensar, cada paso que daba sentía que me iba a despertar en cualquier momento de un sueño, pero no fue así.
Ya en el aula nos sentamos juntos y aunque yo no sea muy buena en percibir esas cosas me daba la sensación de que querías compartir conmigo algo más que el sitio en aquella sala.
Y lo pensé. Llevaba muchos años bajando la cabeza por todo, creyéndome menos que nadie y resignándome. Pero aquel día algo quiso que yo fuese la protagonista. Así que tome la iniciativa y comencé a entrar en el juego...
Aquel discurso del decano era interminable y como todos los años la gente empezó a coger los móviles y demás a la mitad para distraerse. Así que yo decidí coger algo también...
Mi mano se coló por debajo de la tuya empecé a acariciarte el muslo susurrando
"Podríamos hacer más interesante este rollazo..."
Y a juzgar por tu sonrisa parecía que no te disgustaba...
Empezaste a acariciarme la mano que tenía ya encima de tu entrepierna, te acercaste a mi oído y me diste un pequeño mordisco en la oreja. Mordiéndome los labios y acariciándote más fuertemente empecé a notar como se empapaba mi tanga...
Pero había algo mucho más especial al margen de todo aquello sexual... Sentía como me acariciabas la mano, como, después de tantos años, me mirabas a mí, me dedicabas cada una de aquellas sonrisas... Y nuestros rostros se acercaron lentamente hasta casi rozar una nariz con la otra...
Pero de repente el bullicio de la gente levantándose nos hizo volver a la realidad.
"Te espero en el baño."
Y disimuladamente recogí mis cosas y me despedí, poniendo camino a un destino que por primera vez me sonreía.
Entré con cierta vergüenza, pues nunca había entrado al baño de chicos, pero antes de siquiera pensarlo estaba sentada encima del baño con los pantalones bajados y tu cabeza entre mis piernas...
Recuerdo que te arañé todos los hombros mientras el movimiento de tus labios y tu lengua me hacía suspirar una y otra vez.
Y cuando estaba a punto de correrme paraste y me miraste, con cara de niño bueno... Y empezaste a acariciarme el clítoris con la nariz mientras con tu lengua dibujabas pequeños circuitos y me subías al cielo...
Pero de nuevo paraste y me cogiste por la cintura para ponerme contra la puerta.
Las embestidas hacían que todas las paredes del baño retumbasen.
Y comencé a susurrarte al oído pequeños suspiros de placer, te mordía el cuello y agarraba tu espalda con mis uñas para no deslizarme.
"Ponte de rodillas cariño..."
Me acaché poniendo cara de niña buena, mordiéndome la punta de un dedito y juntándome las tetas con los codos para que derramases encima de mí todo tu semen...
Pero ahí no había acabado todo. Me apoyé con las manos en la pared, agachada, abriéndome de piernas, mientras tú sentado en el suelo hicistecon tu lengua que besase las nubes...
Y antes de salir me diste la mano y me acercaste a ti. Acercamos nuestros rostros hasta el punto de sentir nuestros alientos sobre los labios...
"Llevaba años esperando esto..." dijiste.
Y entendí que todo lo que tiene que pasar pasa. Que a veces creemos que algo no va a llegar y ese algo está deseando entrar en nuestras vidas. La felicidad, el amor, la paz... O una simple sonrisa.
Entendí que a veces no hay que esperar que sucedan las cosas, ni tampoco hay que hacer que sucedan... Simplemente tenemos que disfrutar de las que ya están sucediendo porque no merece la pena perderse una bonita tarde por estar esperando una noche aún más bonita...
Disfrutad de lo que tenéis ahora, pues no sabéis si lo que ahora estáis viviendo dentro de poco se convertirá en lo más bonito de vuestras vidas.
Y, como sé que deseáis saberlo, nos fundimos en un beso, mientras nuestras manos entrelazadas nos unían con más fuerza que cualquier cadena.
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