jueves, 26 de diciembre de 2013

Feliz Navidad

Que no, que no me hacen falta más motivos. No pasa un segundo sin que se me venga a la mente la imagen de su cuerpo sobre el mío. El roce de los muslos, sus fuertes brazos me rodeaban...

Hace ya dos días que fue nochebuena. La noche que debiera ser la más familiar del año para mí empezó siendo un infierno. No sé qué sentís vosotros cuando empieza la navidad, pero yo todos los años me siento cargado de positivismo, las calles huelen diferente, la ropa parece sentarme mejor, se van las ganas de discutir y todo parece... más humano.
Pero este año algo falla, o mejor dicho, fallaba.
Era la 1 de la madrugada y salí casi arrastrado por mis amigos, los bares estaban llenos de gente y las copas que me iba tomando no hacían otra cosa que aumentar mis ganas de irme a casa... Pero la fuerte lluvia me retuvo en el bar un par de horas más...

Bendita lluvia...

Salí a echarme un cigarro debajo de un balcón que resguardaba lo justo. Hacía frío y en mi mente solo me insultaba una y otra vez por no haberme llevado un paraguas.

-¿Tienes fuego?

Y allí estaba. Tan pegado a mí. Sentía la respiración que me chocaba contra la cara y el olor de su colonia se volvió más poderoso que aquel fuerte olor a lluvia.

Después vino el beso... Un beso en la mejilla.. ¿Por dar fuego? Sospechoso cuanto menos, pero me encantaba.

Entramos al bar y de repente sentí unas ganas tremendas de bailar, de acercarme a ese chico, de  volver a oler esa colonia...
Una, dos, tres canciones... y mil más hubiese bailado con él si no me hubiese agarrado del brazo para salir de aquel bar.
Corrimos bajo la lluvia, de vez en cuando se volvía para cogerme de la corbata y acercarme a él. Parados bajo la lluvia nos mirábamos fijamente, rozando nuestras narices sin pronunciar palabra.

Subimos a la parte de atrás de su coche. Se abrió de piernas y se sentó encima de mí.

De nuevo aquel aroma...

Sentía su pecho mojado rebotando contra el mío, sus ásperas manos acariciaban mi cara y sus labios me pedían a gritos que los besara.

Me cogió de las muñecas y las apoyó contra el asiento sin dejarme hacer ningún movimiento. Su cuerpo era fuerte y rudo, pero sus besos dulces, tan dulces que deseé probarlo más.
Comencé a morderle el cuello mientras aprovechaba para quitarme la ropa. Sus manos ahora estaban en mi paquete, y a cada roce suyo apretaba un poco más con los dientes...

Volvió a sentarse encima de mí, el roce de los cuerpos desnudos, los besos, las caricias... Necesitaba sentirlo dentro de mí.

Lo aparté con un movimiento brusco y me puse de espaldas a él, agarrando fuerte el asiento y ofreciéndole mi cuerpo.
Sentí sus caricias... Cogía mis huevos mientras me daba pequeños besos en el culo...

Vamos...

Suavemente sentí que me iba haciendo parte de él. Con cada movimiento gemía con más y más fuerza... Entonces noté como su mano me tapaba la boca para hacer el mínimo ruido, mientras sus embestidas movían todo mi cuerpo.
Quitó su mano de mi boca para deslizarla por mi pecho, mi barriga... Y comenzó a tocarme suave, acorde con cada uno de los movimientos de su cadera...

Sentí como brotaba en mí y no pude evitar correrme en su mano.

Y nos vestimos. Cada cual sus pantalones, su camisa y su chaqueta...
Pero decidimos que cada uno debería guardar un recuerdo de esa noche. Es por eso que ahora estoy aquí, sentado en la cama, acariciando esta corbata, que no pienso lavar en la vida, pues en ella está el aroma que me trae el mejor de los recuerdos...

Así que amigos, recordad que cada día puede sorprendernos, que nunca se sabe cuando podemos estar a punto de vivir una experiencia inolvidable, ya sea en un bar, o debajo de la lluvia. Por eso nunca dejéis de sonreír pues "nunca sabes quien se va a enamorar de tu sonrisa."

lunes, 16 de diciembre de 2013

Olla

Como si de una olla con agua hirviendo se tratase, subiendo las burbujas deseando escapar, moviendo la tapa como si de un momento a otro fuese a reventar...

Porque hay momentos en los que podemos hablar durante horas, monólogos y monólogos y a pesar de todo no decirnos nada. Y luego con una mirada arreglar el mundo, ver las cosas más sencillas, más pequeñas y manejables... Una mirada que puede abrirnos los ojos o cerrárnoslos.
Pero no, detrás de esa mirada, de ese mundo sencillo no nos conformamos, nos preguntamos el por qué de ese mundo tan sencillo, le buscamos una y mil pegas y volvemos a pensar sin pensar y a hablar sin hablar.
Porque no, si has pensado ya 10 veces en la misma cosa y no la ves clara es que quizás está todo lo clara que debe estar. Quizás la claridad que necesitas ya no cabe en las palabras, quizás solo necesitas dejar de mirarlo para lograrlo ver.

Y así pasa que la cosa más sencilla, la más clara del mundo la hacemos difícil y enredosa, y nos enredamos con ella.

Y a veces me pregunto... si de verdad merece la pena tanto enredo.

El mejor enredo que existe es el de los cuerpos desnudos sobre la cama. El de las lenguas que se refugian debajo de los labios que no quieren dejar de besar.

Y a veces me pregunto por qué no soy capaz de condensar los pensamientos, como una pastilla de "avecrem" que hierve en mi cabeza.
Que hierve siempre con la tapa cerrada.

Y no sé por qué he tenido que borrar tantos párrafos antes de publicar esta entrada. Solo sé que podría pasarme la noche escribiendo y a pesar de todo, no decir nada.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

27

No han pasado ni 2 horas desde que se fue y ya estoy deseando volverla a ver, encontrármela en cualquier sitio y abrazarla para no dejarla ir nunca más...

2013, un año duro, difícil... Un año que ha venido cargado de experiencias...

Me paro a pensar en cómo han cambiado tanto las cosas en este último año, hasta llegar al punto de que si retrocedo 365 días en el tiempo y le cuento a mi “yo” pasado mi situación actual no se la creería…

Momentos inolvidables, momentos olvidados y momentos que por mucho que nos esforcemos nunca podremos olvidar. Personas que han entrado en nuestras vidas y personas que se han ido para siempre.

Recuerdo la primera vez que la vi, no fue este año, ni el pasado, sino hace muchos ya… Dos niños malos que jugaban en el parque sin más preocupaciones. Pero este año cuando volví a verla no la veía igual, o mejor dicho, ya no la miraba con los mismos ojos.
No me reconoció cuando me senté a su lado aquella tarde en la que comenzamos ese estúpido curso de jardinería, tan estúpido que consiguió que tarde tras tarde me fuese llenando de algo que tiene que ser parecido a eso que llaman “amor”.

Y durante 3 semanas, todas las tardes, mi única preocupación era verla sonreír, conseguir rozar levemente sus manos tan suaves que parecían hechas de terciopelo.

Y su aroma… ni el más delicado de los perfumes es comparable a aquel aroma…

Recuerdo como pasó abril, recorría las calles “buscando trabajo” pero mis mayores esperanzas estaban puestas en cruzarme con ella en la siguiente tienda, o al volver la esquina… y así pasó abril.

Después vino mayo, junio, julio… y cada día me autoconvencía de que sería mucho más fácil encontrar trabajo que encontrarla a ella.

Pero agosto…bendito agosto. Recuerdo hasta la melodía que tenía puesta en el teléfono en aquel momento, recuerdo la delicadeza de aquellas palabras… Recuerdo cada uno de los pasos que di hasta llegar a aquel chalet donde me esperaba la mujer más hermosa del mundo.

Y  de nuevo las sonrisas, el aroma, las suaves manos… La belleza y la sensualidad de aquella mujer la hacían a cada instante más irresistible.

¿Y si ella había pasado todos esos meses pensando en mí? ¿Me habría buscado, hasta encontrar mi número por casualidad olvidado en cualquier agenda?

Pero no hizo falta hacer ninguna pregunta, el roce de sus labios con los míos resolvió todas mis dudas, sus manos que tiraban de mi camisa dirigiéndome hacia su cama me indicaban que la búsqueda había terminado.

Soltó su pelo, salvaje, mientras desabrochaba los botones de mi camisa suavemente, sentándose con las piernas abiertas sobre las mías. Comenzó a besarme el cuello mientras con las uñas me rascaba el pecho, como si de un gatito se tratase, un gatito juguetón cuyos besos y mordiscos me hacían estremecer.
Y poco a poco, sentí como su pelo acariciaba mi pecho, mi barriga… hasta llegar a mis muslos donde poquito a poco con los dientes me bajó los calzoncillos para empezar a juguetear con su lengua mientras yo le acariciaba el pelo intentando no suspirar demasiado fuerte.

-Sube aquí y déjame probar un poco más esos labios…

Allí estaba, cabalgando encima de mí suavemente mientras la besaba y acariciaba sus pechos, su espalda. Sentía que no aguantaba más y me aparté sentándola con la espalda apoyada en el respaldo de la cama, abriendo suavemente sus piernas y oliendo su aroma más fuerte que nunca…
Cada uno de sus suspiros era música para mis oídos. Sentía como se contraían sus muslos, sus manos agarraban fuertemente mi espalda… Y entonces que sentí como se retorcía de placer gimiendo cada vez más y más fuerte hasta cortársele la respiración…

Salí de aquella casa con la sensación de estar desnudo. Me sentía indefenso frente aquella mujer que con solo sonreír podía obtener todo lo que quisiera de mí.

Y llegó septiembre, octubre, noviembre… y recuerdo todas y cada una de las veces que le hice el amor. Desde la primera caricia de aquel caluroso día de agosto hasta la última que me ha dado hace escasas horas…

Quedan 27  días para que termine este año, 27 días en los que no dudaré en abrazarla, en besarla y hacerle el amor como si fuese la primera vez…


“…27 oportunidades para hacer de este año inolvidable…”