jueves, 22 de enero de 2015

Diario de C. P. R. 22/01/2015

Hay días que empiezan mal. Ya a eso de las 0:00. Pero esos días siempre tienen algo bueno...

Amanece y llevo un par de horas despierta.
Mirando al techo.
Veo como pasa minuto a minuto el despertador.
Lo último que recuerdo es ver justo 15 minutos antes de la hora de la alarma.
Ahí está.
¿Café?
Sí, gracias.
A penas me puedo mover.
Mi cuerpo dice "basta".
¿Basta? Eso díselo al cerebro.
Ya no quiero, pero sí puedo.
Y como querer es poder, no querer es... Poder.
y Joder.
No puedo más.
Pero ya, joder, ya está bien de tanta queja.
La cabeza bien alta.
Casi tanto como el cuello de la chaqueta.
Llueve.
Duele.
Pero creces.
Paso a paso.
Avanzas o retrocedes.
Pero no pares.
A veces lo importante es simplemente moverse.
Buscar algo más.
No conformarse.
Que no se atrofien tus músculos.
Que no se atrofie tu espíritu.

Sonrisa, no falsa.
Pero no sincera.
No sé, solo lo hago. Me sale al verla.
Un brindis por las sonrisas arrancadas de oreja a oreja.
Un brindis por aquellas cosas que son pequeñas.
Y grandes.

Pero llueve.
Llueve.
El diluvio universal.
Tú me entiendes.

Y entonces, cuando ya se va.
Se va.
¿Querías algo espectacular?
Eso es solo en las películas.

Ya está bien.
A dormir.
A soñar.
A volverse a despertar.

Te espero mañana.
Yo y mis labios.
No tardes, me apetece sonreír.



lunes, 19 de enero de 2015

Diario de C.P.R. 19/01/2015

Hablemos de ese momento.

Hablemos de esa presión en el pecho, esa mirada fija y esos labios que no podían articular palabra.
Pero lo hicieron.
De los suspiros sin motivo.
O con.
De las fantasías interminables.
De aquel "hoy me duermo pronto".
Pero no.
De las casualidades.
Benditas casualidades.
De las miradas, las sonrisas...
De los besos que no y los abrazos que sí.
De las canciones con forma de recuerdo.
De los recuerdos con forma de canciones.
Hablemos de que desde entonces me gustan los lunes y aborrecí los viernes.
De que las horas empezaron a transformarse en párrafos.
De los desnudos, del alma.
De los miedos.
De que desde entonces la concentración se ha convertido en un reto.
Y sin en cambio nadie me desconcentra cuando pienso en ti.
De las noches en vela.
Los despertares precoces.
Del sentimiento de vacío.
Y las lágrimas llenas.

Hablemos de impotencia.
De paciencia.
De esa gran indiferencia.

De la culpa.
De mi culpa.
De mi gran culpa.

Amén.


domingo, 11 de enero de 2015

Diario de C.P.R. 11/01/15

A veces no entiendo la cara de gilipollas que se me queda cuando me ilusiono por conseguir algo que sé de hace mucho tiempo que está perdido.

Y al principio todas las mañanas te levantas ilusionado, pensando en esa nueva meta. 
Y un día caes.
Pasan los días, las heridas sanan, olvidas la caída y te levantas.
Y comienzas a levantarte con ilusión de nuevo.
Esta vez lo vas a intentar y más fuerte que la vez anterior.
Coges aire.
Saltas.
Te comes el mundo.
Y caes.
Esta vez las heridas duelen más, te levantas y vuelves a caminar, pero ya no tienes ganas de saltar.
Y caminas, vuelves a curar tus heridas, las cicatrices se hacen más anchas y visibles, pero sanan.
Y pasan los días y ya no te duele al andar.
Y piensas ¿qué pasará si vuelvo a saltar?
Pero frenas, no quieres más heridas.
Dudas, piensas que no lo hiciste del todo bien.
Oyes una voz de ánimo y sientes una mano que te empuja.
Ilusión ¿has vuelto?
Saltas.
Brotan dos alas de tu espalda.
Majestuosas.
Vuelas, vuelas alto.
Ya casi lo tocas.
Abres los ojos.
Y caes.
Apenas puedes levantarte.
Empiezas a no querer caminar.
Una mano tira de ti.
Caminas, despacio.
Observas a la gente saltar.
No quieres, no puedes más.
NO PUEDO MÁS.
Me dices.
"Hazlo, tú puedes, lo sé".
Y junto a la voz de nuevo esa mano que te empuja.
Ilusión, no por favor, vete.
Y vuelves a volar.
Pero miras al suelo, ves que te elevas y ya no disfrutas.
Sientes miedo.
Abres los ojos.
Ya no son simples heridas.
Ya no.
Qué cruel la vida cuando te da alas para después cortártelas.
¿La vida?
No, la vida no.