viernes, 29 de noviembre de 2013

Exámenes

No recuerdo cuanto tiempo hacía que no me estresaba tanto para un examen.
Aquellas tardes en la biblioteca eran interminables... A pesar del frío que hacía estaba deseando salirme a fumar un cigarro con tal de separarme unos minutos de los libros.

Tuvieron que gustarte mucho mis leggins por la forma en la que te quedaste mirándolos, aunque quizás lo único que te interesaba era lo que había debajo...

- ¿Tienes fuego?

Así sin más, te plantaste enfrente de mí con aquella pose de chulillo que tanto me gustó. Y aunque solo fue un cigarro la conversación duró más de lo esperado. Quién iba a pensar que estabas en la misma sala que yo y que no había reparado en ti...
Cogiste todas las cosas de tu mesa y te pusiste a mi lado, acercándote poco a poco con la silla hasta rozar tu muslo contra el mío. Recuerdo como entre párrafo y párrafo sentía tu mano acariciándome por debajo de la mesa; primero muy suave para luego ir aumentando la intensidad lentamente...

- ¿Cómo no vas a tener frío niña, con la humedad que noto por aquí abajo?.

Y cada vez se me hacía más dificil leer cada palabra. Tenía que concentrarme enormemente por no suspirar ni hacer ningún gesto de placer.
Bajaste suavemente la goma de los leggins para acariciarme por encima del tanga que ya estaba bien arrugado y húmedo...
Recuerdo como notaba la presión de tus dedos mientras hacía un esfuerzo sobrehumano para que no se notasen los cortes de respiración.

Y sin articular palabra te levantaste y saliste por la puerta. No dudé en seguirte hasta que llegamos a los baños.
Recuerdo como cerramos la puerta de un empujón. Me cogiste fuerte por los muslos mientras me besabas muy dulcemente. Aquellos besos tan tiernos no cuadraban con tus salvajes caricias, pero me encantaba.
Comencé a morderte el cuello mientras me quitabas la ropa y te bajabas los pantalones.

Te sentaste en el baño invitándome a que me sentara encima de ti. Abrí muy bien las piernas mientras rodeándote con mis brazos la cabeza comencé a acariciarte los labios con los pezones.

- Muérdeme...

Recuerdo como chocaban mis tetas contra tu cara con los botes...

- Azótame...

Y puse tu mano contra mis muslos, tu boca entre mis tetas y mientras cabalgaba derecha por el camino hacia el orgasmo...

Y desde entonces no veo la biblioteca con los mismos ojos. Los cigarros ya no me saben a nada... Porque desde entonces solo quiero descansar si es para acabar cabalgando salvajemente mientras me dices al oído lo zorra que soy, pero eso sí, con mucho amor.

Felices exámenes ;)