martes, 8 de octubre de 2013

Verde Pastel

Tenía unos ojos pequeños, marrones, tristes... de lo más comunes. Mas algo extraño tenían, pues cada vez que parpadeaba desaparecía el mundo...

Sus manos estaban ásperas y frías, pero las tocaba con la mayor delicadeza del mundo, sintiéndolas como seda entre los dedos...

Su aroma inconfundible. Perfume que impregnaba mi piel después de aquellas caricias...

Sus besos: dulces, suaves... Pero que siempre me dejaban un sabor intenso en los labios.

Sus abrazos interminables, sus susurros al oído...

Todas y cada una de sus sonrisas.

Aquellos silencios en los que compartíamos las conversaciones más profundas...

TODO.