domingo, 28 de abril de 2013

Tantas cosas por entender.

Desde muy pequeña ya me fijaba en la entrepierna de los chicos. Se me desarrollaron los pechos antes que a todas mis amigas y empecé a masturbarme antes de siquiera saber cómo hacerlo.
Aquella noche de verano era la fiesta de graduación y yo sabía que iba a ser mi primera vez...
Mirando a un lado y a otro observé a los chicos, y sin duda sabía que serías tú el elegido para esa noche...

Me acerqué sutilmente con la copa en la mano colocándote la corbata y susurrándote al oído si te venías conmigo afuera a "tomar el aire".

Una vez fuera ya solo me quedaba el punto final... "Ay, creo que me voy a ir a mi casa, que aún me queda un largo camino y tengo que estar en mi casa en media hora."
Sabía que tenías coche, y sabía que después de ese beso y de ponerte la mano sobre mi escote no podrías evitar acercarme a mi casa... Te indiqué el camino tal y como había planeado para que fuésemos a parar a aquel callejón oscuro...
Me bajé del coche, caminé sutilmente hacia el capó y me quité el vestido blanco, que ya iba estorbando... Y fue cuando me quité el sujetador y me agaché apoyando los pechos contra el capó cuando no pudiste evitar salir de ese coche ya bajándote la cremallera de los pantalones...

Sin cambiar de postura me agarré las nalgas y las separé... No te hizo falta más señal... En cuestión de segundos ya me habías ladeado el tanga y tenías un dedito dentro de mí... Fuiste dilatando poquito a poco hasta penetrarme bien duro...

No pensaba que elegirías ese agujero, pero la verdad es que me gustó mucho... Pero aún más me gustó cuando sentí caer tu semen dentro de mí...

Te retiraste y me diste la vuelta... Me acercaste contra ti y me empezaste a besar mientras con una mano me acariciabas los pechos y la otra me masturbabas...

Aquella noche terminó una etapa de mi vida, el final de un nivel de estudios... Pero comenzó otra... Llena de lujuria y mentiras... Que quizás algún día os contaré.

lunes, 22 de abril de 2013

Sensaciones familiares

Es curioso, pero no se me hizo nada extraño que me besaras aquella noche. Supongo que el haberlo imaginado noche tras noche hizo que todo aquello me resultara familiar...

No recuerdo cuándo ni como salimos del bar, ni la conversación que nos llevó a mi casa, ni si quiera sé como me encontré mirándote fijamente, con tus labios casi rozando los míos... Solo sé que de repente estábamos en mi habitación, tus besos cubrían la piel que desnudabas con tus manos. Te apartaste de mí con esa sonrisa que me vuelve loca...

-Báilame - dijiste mientras te desnudabas y te sentabas en el sillón.

Me levanté de la cama bailando sensualmente mientras me quitaba la ropa interior, que es lo único que me habías dejado puesto. Me dirigí al cajón de mi mesita y saqué unas esposas de juguete... "Las manos a la espalda"... Y casi sin que te dieras cuenta te tenía atado y estaba sentada encima de ti... Moviendo las caderas mientras te rozaba la cara con los pechos... "No te has portado nada bien..." decía mientras te daba pequeños golpes con ellos en la cara.

-Desátame, necesito agarrarlos... - dijiste jadeante y con la voz entrecortada.

Pero aquello no terminaría ahí. Te levanté del sillón y te tumbé en la cama. "Ahora saca esa lengua, que tienes trabajo". Y me senté abierta de piernas encima de tu cara...
No te dejaba lamer casi, ya que movía mis caderas para rozarme con tus labios y tu nariz... El placer llegó a tal punto que un orgasmo recorrió todo mi cuerpo... Pero aún quería más... Por eso bajé hasta tu entrepierna... Creo que no hace falta dar más detalles...

Ahora noche tras noche lo recuerdo, vuelvo a vivirlo en mi mente... Contando las horas para volver a tenerte entre mis piernas y sobretodo, sentir ese beso que, aunque familiar, siempre será único.




domingo, 21 de abril de 2013

Despertador

"¡¡¡Meeeeeee!!!"

8:10 a.m. No soy persona y acaban de llamar al timbre de mi casa. No sé si levantarme a abrir o dejar que fundan el timbre.
(...)
Ante su insistencia he tenido que levantarme con más pereza que cuerpo arrastrando los pies hasta el telefonillo... "¿Sí?"

-Soy yo.

No me ha hecho falta que especifique, estoy segura de que es Adrián y que no puede dormir... Pues esta vez no va a conseguir nada, estoy demasiado cansada...
Portazo y pasos rápidos y contundentes hacia mi habitación:

-¿Qué haces dormida? Vamos sal de la cama que te he traído un regalo... - me dice con una cara de salido que no le cabe en la cabeza.

No me queda otra, tengo que levantarme y coger ese bote de nata que tiene en su mano derecha... Me agacho y le bajo los pantalones y los bóxers a la vez... Dejando que su pene se apoye en mi cara para, sin tocarlo abrazarlo entre mis labios mientras le echo nata...

-Que no quede nada ¿eh? - dices.

Y no ha quedado. "Ya sabes que yo por las mañanas me despierto muy golosa..."
Soltando un pequeño ronroneo y dejando el bote de nata en tu mano me tumbo en la cama, no antes de quitarme toda la ropa.
Sabía que me llenarías los pechos de nata, al igual que sabía que no dejarías ni gota mientras me masturbabas... Lo que no me esperaba es que te subieses encima de mí y posases tu pene entre mis pechos... "¿Qué mosca te ha picado?"

-Anda, júntalos con las manos... Porfa.-dices con una carita de niño triste, sabiendo que no me puedo resistir.

Creo que te has llegado a mover incluso más rápido que cuando estás dentro de mí. Se me han hecho unos segundos aunque sé que han sido varios minutos lo que has tardado el llenarme la cara y el cuello de semen.

-Límpiate, que ahora te toca a ti.

Apenas entro en la habitación y me tumbas en la cama, me abres de piernas y empiezas a usar la lengua tan bien como siempre.

-Quiero que grites, ¡vamos! - dices mientras me agarras las nalgas con las manos.

Y los vecinos se despiertan con el sonido de mi orgasmo, despertador que muchos quisieran tener.



jueves, 18 de abril de 2013

Calcetines

Te sientes creador de algo bueno. Plantas esa semilla con esperanza y la riegas día a día... ¿Para qué? Si luego vas a quemar el arbusto entero... Piensas "no me voy a desesperar" e intentas que todo sea normal... Que todo parezca normal. Pero te sientes una persona despreciable, que abrió mil puertas para cerrarlas todas de un portazo, que se dedicó a repartir esperanzas que estaban destinadas al fracaso.

Y entonces te replanteas tantas cosas... Si merece la pena el camino, cómo lo caminas o con quién lo caminas. Si has tomado el camino correcto, o si quizás deberías haber cogido un atajo...

Y piensas en el mañana, en el paso que has de dar...

Y te organizas los sentimientos como si de calcetines en un cajón se tratase...

Y no te arrepientes de nada pasado...

Y empiezas a arrepentirte de cosas que no harás en un futuro...

¡Vamos coño! Es lo primero que se te viene a la cabeza por las mañanas. Y te mueves por el mundo tan feliz.

De vez en cuando abres el cajón, eliges un calcetín y te lo pones... Sabiendo que hay calcetines que se quedarán siempre encerrados...

Y piensas... Que a veces es mejor andar descalza.

lunes, 8 de abril de 2013

Indirectas muy directas


Era ya muy tarde y yo debía marcharme a casa, pero tú insististe en llevarme en tu coche. Bajamos al parking y todo estaba oscuro… Sentí como me agarrabas la mano para guiarme entre los coches, pero cada vez andabas más lento hasta que te paraste en frente de un coche y te acercaste a mí agarrándome por la cintura. Me acariciabas el pelo mientras tu boca me susurraba al oído “¿Por qué no terminamos la noche por todo lo alto…? ¿O prefieres que termine debajo de tu falda?”
Empecé a besarte el cuello mientras te acariciaba el paquete, que ya se notaba lo suficiente como para saber cómo iba a terminar la noche… Me cogiste y me sentaste encima del coche con las piernas abiertas y sin parar de lamerme el escote… Me quité la camisa mientras tú te bajaste los calzoncillos y pantalones. No me diste tiempo a quitarme la falda, me la subiste y me ladeaste el tanga…
Pensaba que me ibas a penetrar en ese mismo momento, pero me equivocaba.  Me pusiste los dedos en la boca sugiriendo que los lamiese, y así lo hice. Bajaste la mano y empezaste a acariciarme suavemente mientras me besabas casi con la misma suavidad y hacías que me estremeciese. Con la otra mano acariciabas mis pechos y pellizcabas mis pezones y yo quería que me penetrases en ese mismo momento… “Penétrame” te susurré al oído… Pero te negaste y me empujaste un poco para que bajase del capó. Ante tu negativa de penetrarme tuve que intentar convencerte y me arrodillé en el suelo para introducirme tu pene en la boca… Lo hice suave, despacio… Mi lengua juguetona jugueteaba con tu glande mientras tú luchabas por no suspirar tan fuerte como para despertar a los vecinos. Entonces me puse el pene entre los pechos y comencé a jugar, para que tú te volvieses aún más loco y deseases penetrarme…
Entonces me agarraste, sabía que querías hacerlo… Pero te frené y te dije “por detrás, por favor…” No pareció disgustarte la idea y cuando me apoyé contra el coche no tardaste en abrirme las nalgas y penetrarme… Suave…
“Azótame… Agárrame los pechos...”
“Nunca he besado una piel tan suave… Nunca me he sentido tan adentro…  Agáchate  más princesa… Quiero oír como tus pechos rebotan contra el capó del coche…”
Y me llené de ti… Quizás poco después de sentir un orgasmo que recorría todo mi cuerpo.

Naturaleza



Aún tengo las rodillas peladas del roce de la tierra...
No entiendo como me dejé convencer para terminar tirados en aquel bosque alejado de la mano de Dios. Recuerdo como entre risas y juegos de miradas me cogiste de la mano y me sacaste de aquel bar, y huimos de aquel bullicio en tu coche. Yo pensaba que me llevarías a tu casa, o quizás a alguna calle oscura. Quién me iba a decir a mí que te saldrías del pueblo, y seguirías aquel camino hasta llegar a ese bosque oscuro que más que morbo me daba miedo. Paraste el coche, me besaste suavemente en los labios y seguidamente me hiciste un gesto para que me bajase del coche. Me negué, tenía miedo y no me apetecía nada hacerlo en aquel bosque. pero tú diste la vuelta, abriste la puerta afirmando que no pasaba nada y me sacaste del coche en tus brazos. Paramos delante de un árbol y me apoyaste sobre él para empezar a besarme y a acariciarme los pechos. Yo oía muchos ruidos que me provocaban pequeños sustos y tú me acariciabas el pelo mientras me susurrabas al oído que estuviese tranquila, que tú estabas ahí para protegerme. Ese rollo de niña inocente asustada te debió gustar mucho porque no tardé en notar tu erección contra mí.
Me quitaste el vestido mientras me repartías besos por el cuello, el escote... No hizo falta nada más que desabrocharte el botón y la cremallera de los pantalones para que te los quitases junto al bóxer... Me agarraste por el culo y me subiste contra el árbol para penetrarme. Empezaste muy suavemente para luego darme mucho más duro poco a poco. Mi boca te susurraba los suspiros de placer mientras te acariciaba con la lengua y te pegaba pequeños mordisquitos en el lóbulo de la oreja. Entonces me bajaste y ten sentaste en el suelo con la espalda apoyada en el árbol y me sugeriste que me sentase encima de ti. Me abrí de piernas y me puse mirando hacia ti. Me movía ágil mientras te golpeaba la cara con mis pechos te pedí que me dieses unos azotes. No tardaste mucho en llegar al orgasmo. A mí me faltaba un poco, pero me volviste a coger en brazos, me apoyaste contra el capó del coche, me abriste las piernas y empezaste a usar tu lengua solo como tu bien sabes. Mis suspiros despertaron a todos los animalillos de aquel bosque a la vez que resonaban las patadas que daba contra el capó...

Sabes que siempre voy a ser esa niña asustadiza que hay que castigarla con unos azotes para que se porte bien...