Un suspiro de tristeza llega desde el
lejano oriente… Aquel joven encarcelado anhela sus besos que ya no siente… Ella
llora, sabiendo que no existe solución, muchos kilómetros los separan, y muy pocas las posibilidades son de volver a
sentir su amor… Ella siente una brisa, abrasadora y gélida al mismo tiempo…
Recuerda su cuerpo, sus abrasadores besos. Aquella lengua inquieta, sus manos,
su pelo… Su forma de mirar, de permanecer sentado, su forma de tocar, de
sentirlo a su lado, su forma de hablar y de permanecer callado… Tan distante
tan calmado, él espera que algún día ella vuelva a sus brazos, mientras siente
indiferente dolorosos puñetazos… “Libertad” decía él, ella decía “dejadlo”.
Mientras el amor se consume, solo queda un triste lazo que une a los
enamorados, aquel suspiro de amor, que nació en lejano oriente, brisa
abrasadora y gélida que la bella dama siente…
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