Parada
frente a la persona que más daño me ha hecho en la vida le dije “mi cabeza
controla mi mano derecha, mi corazón la izquierda”. Le miré a los ojos, mi mano
derecha se había convertido en un puño que se aproximaba a gran velocidad sobre
su cara… Pero a dos centímetros de llegar a tocarle el rostro mi mano izquierda
sujetó a la derecha…
Aquella
persona me dijo “sabía que tu corazón no te lo permitiría, porque aún me
quieres…” Y apenas hubo terminado de pronunciar la última palabra mi puño izquierdo
golpeó con todas sus fuerzas su cara… Dije: “Recuerda que a quien hiciste daño
y engañaste fue a mi corazón, no a mi cabeza…”
Porque
el corazón muchas veces frena los impulsos de la cabeza, pero la cabeza rara
vez frena los impulsos del corazón…
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