"He venido solo porque salíais todos" me dijiste, cuando en realidad estabas ahí únicamente por mí. El ambiente no era tenso, por lo menos para los demás, que inocentes jugaban a aquel juego de mesa que como yo siempre he dicho: rompe más amistades de las que crea. Yo sin en cambio estaba desorientada, notaba las miradas y los gestos, que a los ojos de los demás eran invisibles... Poco a poco se fueron marchando todos, hasta que solo quedamos tú, Pablo y yo. No estaba cansada, aunque si lo hubiese estado tampoco querría haberme ido, no quería que la noche terminase ahí... Pero ya cuando me faltaba sentarme encima de ti para terminar de insinuarme, te levantaste simulando un gesto de sueño y comentando que te ibas... Me quedé anonadada y no sabía si es que te estabas quedando conmigo toda la noche o que simplemente me lo había imaginado yo todo. Pero entonces fue cuando Pablo dijo "bueno, me acercas que vivimos al lado" y lo comprendí todo. "Hasta luego chicos..." y se cerró la puerta. No tardé mucho en recoger aquél jaleo que habíamos montado, y mientras lo hacía, ya desaparecían las prendas que cubrían mi cuerpo. Poco a poco me quité la camisa, botón a botón... Casi como si de un baile sensual se tratara, con un espejo como único espectador, que a mí me encantaba.Casi no recuerdo cuando me quité los pantalones y las deportivas... Solo sé que cuando ya había empezado a tocarme, sonó el timbre. Miré por la mirilla casi ya sabiendo que ibas a ser tú... Abrí... "Me he dejado una cosa" dijiste embobado al ver que solo llevaba la ropa interior puesta. "Pasa, no te cortes..."
Pensaba que te tenía acobardado, hasta que dijiste "en serio, si quieres me voy... que a juzgar por la mancha que tienes en las braguitas seguro que te he interrumpido..."
No dije nada, solo me puse de espaldas hacia ti y de frente al espejo y me quité el sujetador. Seguidamente me dirigí a mi cuarto, y tú no tardaste en seguirme...
Saqué unas cuerdas del cajón..."Átame a la cama, y coge lo que dices que te habías dejado, y por lo tanto, por lo que habías vuelto..." La erección de tus pantalones era más que evidente y mis bragas ya no podían estar más mojadas. No tardaste en atarme a la cama, y quitármelas con la boca. Besaste mis muslos una y otra vez mientras yo me deshacía de placer y quería más. Tú seguías, besandome las piernas, la barriga... Todo muy sensual, acariciándome los brazos, hasta que me hiciste gritar "más por favor..." Me sacaste la lengua con expresión juguetona que en unos segundos se convirtió en algo más que una expresión... Tus labios y tu lengua se movían como si de una banda sinfónica se tratase y cada movimiento encajaba totalmente con la sinfonía maravillosa de mis suspiros. Apoyé mis pies en la cama y elevé la cadera diciéndote "azótame"; orden que no tardaste mucho en cumplir, una y otra vez... Ligeros azotes se entremezclaban con suaves caricias... No pude más y solté el mayor grito de placer que he soltado en mi vida.
Jadeante y sudorosa allí estaba, tumbada en la cama, mientras tú de pie me observabas como si de una obra de arte se tratase. Te acercaste, me besaste suavemente en los labios, me desataste y te diste media vuelta... "¿Dónde vas? Acaso no quieres que te dé lo tuyo?"
"No, prefiero dejármelo olvidado y venir mañana a por él...si no te importa."
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