Eran al rededor de las 4 de la mañana, hacía un calor horrible y me desperté de golpe toda sudorosa y con la respiración agitada, supongo que por un mal sueño provocado por el calor. Encendí la luz de la habitación y miré al espejo, mi imagen era deprimente, toda despeinada y sudada y con solo un camisón el cual, por culpa del sudor lo tenía pegado al cuerpo y se podía adivinar totalmente la figura de mis senos... No me lo pensé dos veces y me lo quité, estaba casi desnuda, excepto por las braguitas... Me levanté y me dirigí a la cocina, total era tan tarde que no creo que hubiese nadie asomado a la ventana a esas horas de la noche... Me equivocaba, pero me di cuenta cuando ya llevaba un rato asomada, desnuda... Mi vecino de enfrente me miraba fijamente desde su ventana. Cuando lo miré él no se cortó y me sacó la lengua, no se le veían las manos y por el movimiento que se podía apreciar en su brazo yo diría que estaba masturbándose... Me empecé a acariciar los pechos suavemente mientras el no dejaba de mirar, creo que estaba desnudo, su cuerpo era delgado, pero sus brazos musculosos... Me chupé un dedo y comencé a acariciar mis pezones despacito, a agarrarlos y estirar de ellos... El ponía unas caras de placer bastante graciosas la verdad, me estaba excitando muchísimo y me subí a una mesa que hay justo en frente para que viese como yo también estaba disfrutando... Me bajé las braguitas antes y comencé a masajearme el clítoris... Me mordía los labios y cerraba los ojos, aunque de vez en cuando lo miraba y lo veía ahí, atónito, moviendo su mano sin parar... Bajé mis manos hasta la entrada e intruduje los dedos, despacio... Estaba muy húmeda, comencé a tocarme más y más rápido, estaba tan caliente que no tardaría en correrme... Con la mano que me quedaba libre comencé a acariciarme los pechos y pellizcarme los pezones. En ese momento vi como el sacába su mano manchada de una sustancia blanca que yo estaba segura que era su semen, me exite tanto que no tardé en correrme. Él, muy educado, se esperó a que yo terminé, finalmente me guiño un ojo y cerró la ventana. Me recosté en la cama, más sudada que antes, pero agotada, y no tardé en conciliar el sueño.
Al día siguiente al levantarme me habían pasado una nota por debajo de la puerta que decía "Si buscas, encuentras, esta noche a la misma hora en el mismo sitio..."
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