jueves, 27 de febrero de 2020

Qué peligro el vino

Qué sonriente llegaste, siempre 3 minutos tarde. De reloj.
Caderas bamboleantes, pechos sugerentes y lengua... juguetona.
Extremadamente lábil, llena de defectos y aun así...

¿Vino tinto esta vez? ¿Qué celebramos?

La Vida.

Esa camisa transparente no dejaba lugar a la imaginación, la silueta de tus pezones dejaban claro que esa noche no te pusiste sujetador, no te ibas a andar con chiquitas.

Y hablando de chiquitas.... La mía no estaba nada pequeña.
Tus ojos y labios ya me decían las ganas que tenías de metértela en la boca.

Pusiste música y te pusiste a bailar. El giro de tus caderas era más hipnotizante que cualquier péndulo colgado de la mejor cadena. El roce de tus glúteos no hacía otra cosa que aumentar mi erección.

El vino... qué atonte más tonto, tonta.

Abierta de piernas con los leggins ajustados y esa postura que te hace un canalillo que no puedo dejar de mirar.

"Esta canción no me gusta"

Cambio. Ya estabas encima de mí.
Qué rápido acabó la ropa en el suelo. Qué rápido movías tu lengua por mis nalgas, mientras me masturbabas y veía tu reflejo en el espejo.

Me encanta sentir tus labios besándome la barriga mientras bajas, con esos mordiquitos que... ay.

"Hoy quiero aquí..." dijiste mirándome desde abajo, con la boca abierta y pasando tu lengua por los labios.

Pero aún no tocaba.
Quería penetrarte hasta hacerte estremecer de placer. Sentir tus piernas temblando en mis hombros.

Quería verte saltar sobre mí. Ese ángulo perfecto en el que tus pechos botan de tal manera que me vuelven loco.

Quería sentir tan húmeda mi boca seca.

Ay... menos mal que no tienes uñas, aun siendo tan gata.

Miau, de rodillas.
Los besos y caricias con la lengua me encantaban... Pero ver como te mueves es de otro mundo. Arriba, y tus pechos envolvían mi pene.
Abajo, y tus labios me transportaban a otra dimensión.

Con tu pelo agarrado sintiendo todos los movimientos de tu cabeza me hiciste llegar al cielo.

Y ahora me despierto, como si de un capítulo de los serrano se tratase, tirado en mi sofá con un cigarro en la mano que casi incendia mi casa y una erección que no pienso desaprovechar.


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