Hay días que empiezan mal. Ya a eso de las 0:00. Pero esos días siempre tienen algo bueno...
Amanece y llevo un par de horas despierta.
Mirando al techo.
Veo como pasa minuto a minuto el despertador.
Lo último que recuerdo es ver justo 15 minutos antes de la hora de la alarma.
Ahí está.
¿Café?
Sí, gracias.
A penas me puedo mover.
Mi cuerpo dice "basta".
¿Basta? Eso díselo al cerebro.
Ya no quiero, pero sí puedo.
Y como querer es poder, no querer es... Poder.
y Joder.
No puedo más.
Pero ya, joder, ya está bien de tanta queja.
La cabeza bien alta.
Casi tanto como el cuello de la chaqueta.
Llueve.
Duele.
Pero creces.
Paso a paso.
Avanzas o retrocedes.
Pero no pares.
A veces lo importante es simplemente moverse.
Buscar algo más.
No conformarse.
Que no se atrofien tus músculos.
Que no se atrofie tu espíritu.
Sonrisa, no falsa.
Pero no sincera.
No sé, solo lo hago. Me sale al verla.
Un brindis por las sonrisas arrancadas de oreja a oreja.
Un brindis por aquellas cosas que son pequeñas.
Y grandes.
Pero llueve.
Llueve.
El diluvio universal.
Tú me entiendes.
Y entonces, cuando ya se va.
Se va.
¿Querías algo espectacular?
Eso es solo en las películas.
Ya está bien.
A dormir.
A soñar.
A volverse a despertar.
Te espero mañana.
Yo y mis labios.
No tardes, me apetece sonreír.
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