Hablemos de ese momento.
Hablemos de esa presión en el pecho, esa mirada fija y esos labios que no podían articular palabra.
Pero lo hicieron.
De los suspiros sin motivo.
O con.
De las fantasías interminables.
De aquel "hoy me duermo pronto".
Pero no.
De las casualidades.
Benditas casualidades.
De las miradas, las sonrisas...
De los besos que no y los abrazos que sí.
De las canciones con forma de recuerdo.
De los recuerdos con forma de canciones.
Hablemos de que desde entonces me gustan los lunes y aborrecí los viernes.
De que las horas empezaron a transformarse en párrafos.
De los desnudos, del alma.
De los miedos.
De que desde entonces la concentración se ha convertido en un reto.
Y sin en cambio nadie me desconcentra cuando pienso en ti.
De las noches en vela.
Los despertares precoces.
Del sentimiento de vacío.
Y las lágrimas llenas.
Hablemos de impotencia.
De paciencia.
De esa gran indiferencia.
De la culpa.
De mi culpa.
De mi gran culpa.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario