miércoles, 19 de diciembre de 2012

Domingo por la tarde


Hoy le voy a dedicar mi entrada a la protagonista de este relato ficticio.

Sentada comiendo galletas y viendo la televisión, así se presentaba la tarde del domingo... No echaban gran cosa y tampoco es que yo le estuviese prestando demasiada atención a la caja tonta. El Corte Inglés ya había puesto los dichosos villancicos que se oían más en mi casa que en la calle (lo tengo comprobado) y le había dado ya 3 veces la vuelta a la "cinta".
"Qué aburrimiento por Dios..." pensé mientras me llevaba otra galleta a la boca y zappeaba un poco. Entonces oí ruido procedente del portal, algo así como voces y maletas que se arrastraban, cosa extraña ya que nunca había tenido vecinos en este portal. Me levanté a ver, pues otra cosa más interesante no me deparaba la tarde y abrí la puerta. "Buenas tardes" murmullé a la pareja que estaba dándole vueltas a un manojo de llaves más grande que mi cabeza. Eran un chico y una chica, ella era bastante alta, morena y con coleta, mientras que él era más bien de estatura normal, quizás un poco más bajito que ella, moreno ojos azules y la verdad, bastante mono. Se presentaron y me invitaron a pasar a su piso nuevo, pues al parecer lo acababan de comprar. El piso estaba lleno de polvo, con los muebles viejos y solo funcionaban dos de las bombillas en toda la vivienda. 
Mientras él deshacía las maletas yo me quedé hablando con la chica, quién me contó que ambos trabajaban en un club de striptis, ella bailando y él de camarero. Estuvimos hablando horas, contándonos cosas, hasta que en una de las veces que bebí del vaso de agua que me ofrecieron posó su mano sobre mi muslo, y lo acarició suavemente. He de decir que me sentía un poco incómoda, pero por otro lado me excité muchísimo. No dijimos nada, la mano fue acariciando cada vez acercándose más a mi entrepierna mientras ella acercaba su cara a la mía para terminar dándome el beso que iba a ser el comienzo de la maravillosa aventura. Sus manos se movían ágiles encima de mi ropa, mientras yo petrificada no sabía qué hacer “¿La acaricio? ¿no la acaricio?”. Entonces el chico entró en la habitación y ni corto ni perezoso se puso a meterle mano a ella mientras yo atónita no podía dejar de besarla. Comenzó a subirme la camiseta y yo me dejé llevar… Hasta el punto de comenzar a desabrocharle los pantalones. Mientras el chico nos acariciaba los pechos a ambas e introducía de vez en cuando su lengua en ese apasionado beso que compartíamos. Estaba muy excitada, me aparté de ella y comencé a besarlo a él. Mientras, ella no dudo en bajar hasta la altura de mis pantalones y bajarlos, no necesito nada más que ladear el tanga para hacerme comenzar a vibrar de placer. No pude evitarlo y agarré el pene del chico, el cual ya se había quitado los pantalones. Los gemidos retumbaban en todo el piso y entonces le dije “penétrame”…y él no dudó ni un segundo. Mientras él me poseía duramente yo masturbaba a la chica que parecía sentir un gran placer. Entonces él me la sacó y me puso de rodillas encima del sofá y  mientras me azotaba sentí su lengua moviéndose ágil y juguetona. No pude aguantarlo más y me corrí, dando unos gemidos como nunca lo había hecho. Entonces ellos se pusieron a jugar mientras yo descansaba en el sillón, observando las numerosas posturas, el bote de sus senos y sus caras de placer hasta que el placer se hizo extremo.
No dije nada, solo cogí mis cosas y me fui. Sólo sé que estoy deseando que vengan a pedirme sal algún día, o quién sabe… quizás algo más.

Por cierto, no me he presentado, mi nombre es Mónica y esta es la primera de un montón de aventuras sexuales que no dudaré en contaros…

Disfrutad.

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