No me gusta que te mires a los ojos y te mientas, frente al espejo, ensayando muecas alegres y sonrisas casuales.
Pero no importa si a mí me gusta o me deja de gustar. Deja de buscarle explicación a la vida, la vida se explica viviéndola
¿Por qué nos acostamos despejados y nos levantamos cansados?
¿Qué nos hace perder la esperanza en un sueño y luchar por otro?
Deja de engañarte, la vida no te va a dar respuestas. La vida te va a plantear preguntas que tú mismo debes contestar.
No me vale que mires para otro lado y le sonrías a la nada... Mejor mírame a los ojos y llora, grita o simplemente... no sonrías.
Porque empiezo a dejar de entender... Porque ya no quiero entender.
Entender esa paradoja, la paradoja que forman tus labios y tus ojos.
Puedes sonreír, reír, gritar de alegría, saltar... Pero, lo siento, llegas tarde... Hace rato que tus ojos gritaron mucho más fuerte.
Nos leemos.
ResponderEliminar